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Rectas y curvas en la vida de Agapito Mayor

Agapito Mayor (a la derecha) junto a Max Lanier
Agapito Mayor (a la derecha) junto a Max Lanier

Las grandes estrellas del deporte se convierten en noticia cuando protagonizan una hazaña; pero, después del retiro, esos mismos hombres que arrastraron multitudes a los estadios caen en un lamentable olvido y solo su muerte los hace aparecer, una vez más, en los titulares de los medios de comunicación.

Esta fue la triste realidad de un gigante de la pelota cubana, Agapito Mayor Valenzuela, llamado el  “Zurdo de Caibarién”, quien murió en Tampa, en 2005.

Agapito nació el 18 de agosto de 1915, en Sagua la Grande, Villa Clara, aunque desde muy temprana edad su familia se trasladó hasta Caibarién, otro municipio villaclareño.

En los inicios del siglo XX ya el béisbol era pasión nacional y ningún niño cubano escapaba al influjo que ejercía el deporte de las bolas y los strikes. A los 12 años Agapito debutó como primera base en un equipo de Caibarién; pero un día el director lo colocó en el montículo y el zurdo comenzó a tirar duro para el home y esa fue su profesión de toda la vida.

La crisis norteamericana del 1929 y la pésima política económica del dictador Gerardo Machado dispararon los índices de pobreza en el país. La familia de Agapito también se vio afectada y el muchacho, en 1933, decidió partir para la capital cubana, en busca de mejores condiciones.

En La Habana no le fue bien y por suerte encontró allí a un conocido, Gilberto “El Chino” Valdivia, quien lo trajo de regreso a Caibarién para que Agapito lanzara en una serie corta de juegos y así al menos ganara algo de dinero para subsistir.

Poco tiempo después, Agapito se trasladó hacia Camagüey donde integró el equipo del central Algodones. En 1935 se unió a las filas del Deportivo Cárdenas y con ese club resultó campeón de los lanzadores, en una serie contra el Central Hershey. La velocidad del zurdo impresionó a sus rivales que lo invitaron a actuar con ellos en la Unión Atlético Amateur de Cuba, una liga de mucho más nivel y por la que pasaron grandes estrellas del béisbol cubano; sin embargo, una oferta de Ñico Pérez, presidente del prestigioso equipo Fortuna, alejaron de forma definitiva al ya por entonces llamado “Zurdo de Caibarién” de las filas del Hershey.

Con el Fortuna, Agapito estuvo en su primera gira internacional, por México. En tierra azteca logró cuatro triunfos contra novenas profesionales como Veracruz, Águila y Agrario. Allí de nuevo impresionó por la velocidad y el control sobre sus lanzamientos.

Su fama había crecido y, como todavía no era profesional, fue seleccionado para integrar la selección nacional cubana amateur que participó en la cuarta edición de los Juegos Centroamericanos de Panamá, en 1938. Agapito brilló en el Istmo, pues alcanzó cinco victorias y fue el lanzador más destacado del certamen. En total, Cuba logró siete triunfos y sufrió un solo fracaso.

Entre 1938 y 1939, Agapito formó parte del Regimiento 6, en el Campeonato de Verano de las Fuerzas Armadas. Luego saltó al profesionalismo. El primer equipo en firmarlo fue el Almendares, conocidos popularmente como los Azules. Agapito debutó en la temporada 1938-39 y estuvo con los Azules hasta 1953.

Durante su paso por Almendares trabajó en 309 partidos, de los cuales ganó 68 y perdió 64; además, alcanzó la corona de los lanzadores, en la campaña 1941-42, por su récord 6 y 2, con un promedio de carreras limpias de apenas 1.55.

En 1949, los campeones de la liga profesional cubana, Almendares, ganaron el derecho a participar en la  primera Serie del Caribe.
Agapito fue la gran estrella de los Azules, pues obtuvo tres triunfos sin derrotas y  por su actuación se tituló campeón de los lanzadores y Jugador Más Valioso del torneo. El “Zurdo de Caibarién” inició un solo partido, el 24 de febrero de 1949, frente al Mayagüez de Puerto Rico y lo ganó con facilidad 11-4. Sus otros dos éxitos fueron como relevista, el 21 de febrero también contra Mayagüez y el 25 de febrero frente al Spur Cola de Panamá. En total trabajó en 10 entradas y dos tercios,  permitió solo 11 imparables, 4 carreras limpias, 9 ponches y 2 bases por bolas.

Durante los meses de febrero y marzo era muy común que varios equipos de las Grandes Ligas norteamericanas viajaran a La Habana para jugar contra diversos clubes cubanos, como parte de los entrenamientos primaverales. Agapito se enfrentó a dos importantes selecciones. El 31 de marzo de 1940 derrotó 4 por 2  a los Cardenales de San Luis de la Liga Nacional y, dos años después, en marzo de 1942, venció a los Brooklyn Dodgers, también 4 por 2.

Entre 1940 y 1942, el “Zurdo de Caibarién” formó parte de la plantilla de los clubes Greenville, Springfield, Sherman y Gainsnesville, de ligas menores. Su buena actuación llamó la atención de los buscadores de talento de los Senadores de Washington; pero Agapito prefirió irse a México, atraído por la oferta de los hermanos Pasquel quienes estaban tratando de formar una Liga que compitiera con la estadounidense.

En México, Agapito estuvo en varios clubes como el Puebla, Veracruz, Tampico y Nuevo Laredo. Con este último tuvo sus mejores resultados, porque ganó 23 partidos en 1945 y 20 en 1946. Al finalizar la temporada del 46 fue seleccionado, por segundo año consecutivo, como el «Lanzador Más Valioso» de la Liga. A lo largo de las ocho campañas en México, el “Zurdo de Caibarién” tuvo una marca de 98 ganados y 76 perdidos.

Después de su retiro como jugador profesional, Agapito siguió vinculado a su club cubano favorito, ahora como ayudante de dirección. Con su ayuda, los Azules de Almendares ganaron los campeonatos de 1953-54 y 1954-55.
Las personas que lo vieron lanzar recuerdan que Agapito era muy alegre, jocoso; pero en el momento del juego se transformaba y entonces era el pitcher inteligente, de mucho control, valiente, siempre dueño de la situación.

Agapito Mayor pasó los últimos 30 años de su vida en los Estados Unidos, donde murió en 2005, tras sufrir durante un largo tiempo la enfermedad de Alzheimer. Tal vez muchos no recuerden su nombre; pero la constancia y brillantez sobre el montículo le permitió entrar en la historia como uno de los mejores lanzadores zurdos del béisbol cubano.

Publicado en Habana Radio

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