Bruzón rindió sus armas, definitivamente, en el Memorial Capablanca
David Navara se resistió a dividir el punto. Presionó repetidamente hasta que cayó la última defensa del cubano Lázaro Bruzón. Hubo silencio en la sala de juego, porque una vez más uno de los jugadores locales inclinaba su rey. El rostro cansado de Bruzón mostraba con mucha claridad una gran insatisfacción. El cubano tenía amplios motivos para sentirse así.
Durante las pasadas cuatro ediciones del Memorial Capablanca, Bruzón ocupó el fondo de la tabla de posiciones. Incluso, en dos versiones ni siquiera se presentó a jugar la ronda final, lo cual en el mundo del ajedrez— y más a ese nivel— es visto como algo muy irrespetuoso, hacia los organizadores y el rival. Parecía que esa mala racha podría romperse en la edición 46 del Capablanca, pues Bruzón llegaba después de ganar el torneo Contin...