Brazadas inalcanzables de Rodolfo Falcón
Ante el sonido del disparo, los ocho hombres extendieron sus cuerpos y se aprestaron a devorar los primeros cincuenta metros con la mayor celeridad posible. Luego del esfuerzo inicial por debajo del agua, emergieron y comenzaron las impetuosas brazadas. Solo 100 metros los separaban de la gloria olímpica. Desde las gradas, los fanáticos apostaban por el triunfo de sus dos representantes. Eran los Juegos de Atlanta. Era 1996 y en ese momento, mientras intentaba aventajar a un rival, es poco probable que uno de los ocho atletas inmersos en la final, un cubano, un intruso entre tantos países con una enorme tradición en las piscinas, comprendiera que estaba involucrado en la competencia más importante en la historia de la natación cubana.
El ritmo de sus brazadas se incrementó y quizás, al ...