Crónica de un empate anunciado en la primera ronda del Capablanca
Llegué al hotel Panamericano, situado al este de La Habana, con intenciones de presenciar un duelo cerrado entre los dos mejores jugadores cubanos del momento, Leinier Domínguez (número 22 del mundo, por su ELO de 2721, aunque perdió 4,6 en Sofia) y Lázaro Bruzón (2617).
Encontrar el salón de juego, ubicado en la primera planta, no fue difícil; sin embargo, me resultó casi imposible observar la partida porque en una decisión cuestionable los organizadores colocaron a los dos grupos principales (Elite y Premier) en un mismo salón; pero ese no fue el único problema: los tableros donde juegan los principales ajedrecistas quedan muy lejos del lugar donde se sitúan los espectadores.
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