El tráfico en la avenida 23, en la capital cubana, quedó detenido. Unos minutos antes, a miles de kilómetros de distancia de allí, en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, el árbitro italiano Nicola Rizzoli había pitado el final del partido en el que Alemania se convirtió en tetracampeona mundial de fútbol, al superar a Argentina, con un gol de Mario Götze, en tiempo extra.
Por las puertas del cine Yara comenzaron a emerger centenares de aficionados que mostraban en sus rostros el contraste ante el resultado: la alegría de los seguidores de los alemanes era muy evidente; mientras, los que tenían a los sudamericanos como favoritos trataban de escabullirse de la manera más rápida. Su decepción era comprensible; también la euforia del bando opuesto.
Los carros y autobuses no tuvieron otra alternativa que detenerse. La celebración por la victoria alemana se había extendido a la populosa avenida y de esquina a esquina corrían los más entusiastas seguidores, vestidos con los colores del uniforme alemán y enarbolaban la vistosa bandera teutona. Poco a poco se fueron calmando los ánimos y, tras media hora de gritos, abrazos entre perfectos desconocidos, continuos pitidos de varios carros, en señal de saludo y algunos cánticos burlescos, dedicados a Lionel Messi, la vida volvió a la tranquilidad; aunque quedaba la sensación en el ambiente de que “algo” había cambiado, probablemente de una manera definitiva.
Ese “algo” está relacionado con la íntima relación que han establecido los cubanos con el fútbol. No parece arriesgado afirmar que estamos en presencia de la consolidación de un fenómeno socio cultural que lógicamente trasciende el mero resultado de un partido o un torneo y se asienta en el tejido cultural de una nación que ha adoptado, en un proceso que demandará no pocos estudios desde las ciencias sociales, al fútbol como uno de sus deportes preferidos.
El fenómeno tiene una expresión mediática que pudo verse en la extensa cobertura dada por todos los medios a la Copa Mundial Brasil 2014. La televisión cubana pagó 430 mil dólares por los derechos para transmitir en vivo todos los partidos, con sonido ambiente de la sede y voz de narradores locales. La radio, los periódicos y los medios online dedicaron no pocos espacios a lo que acontecía en Brasil, un país sobre el que existían enormes dudas por su capacidad organizativa; pero que terminó el Mundial con sobresaliente en casi todos los renglones.
Durante todo un mes, Cuba corrió tras una pelota. Cualquier lugar parecía un sitio oportuno para que un grupo de jóvenes colocara dos porterías y soñara con marcar goles. Regresaron las discusiones sobre cuál futbolista parecía el más completo y qué país tendría más opciones de levantar la Copa FIFA. Los amigos se citaban en los cines o lugares en los que podían compartir juntos la visualización de los partidos, porque el elemento socializador no puede faltar en el más “universal de los deportes”. Por las calles, en ocasiones solo era necesario observar el atuendo de una persona para conocer el equipo de su preferencia.
No obstante, la comprobación de la efervescencia futbolera que vive Cuba, no solo por la Copa Mundial, sino también por las más diversas competiciones de clubes, preocupa a muchos, especialmente cuando se establece, en ocasiones de manera forzada, una comparación con el béisbol.
Desde su entrada al país, a finales de la década del sesenta del siglo XIX, el béisbol ha formado parte de la cultura cubana y no es casualidad que haya sido reconocido como el “deporte nacional”; aunque en el último lustro han aparecido diversas señales de alarma que van más allá de la ausencia de títulos relevantes en certámenes internacionales y se centran en una posible pérdida del interés de los más jóvenes hacia el béisbol (desde su seguimiento hasta la práctica). En este escenario, algunos lanzan dardos de culpabilidad al fútbol y señalan críticamente a los medios, en especial a la televisión, por la preferencia que le otorgan a este deporte en su parrilla de programación.
No es difícil darse cuenta que cada semana por Tele Rebelde salen al aire hasta más de cinco partidos de fútbol; mientras el béisbol, en la etapa de receso de la Serie Nacional, queda relegado a un desafío semanal y un programa especializado (“Béisbol de siempre”). Tanta disparidad es absurda y ha sido duramente criticada; pero “culpar” solo a los medios sería adoptar una visión reduccionista de la realidad. ¿Qué pasa con la calidad de la pelota cubana? ¿Qué referentes tienen los jóvenes? ¿Qué estrategias se siguen con ellos para incentivar su conocimiento sobre la historia del deporte nacional y su práctica? Muchas preguntas y pocas respuestas convincentes.
En lugar de enfocarnos en comparaciones fútiles entre el fútbol y el béisbol, en Cuba deberíamos pensar en estrategias para lograr que los jóvenes también corran, capturen y lancen pelotas de casi 23 centímetros de circunferencia.
Publicado en Cubahora
Estimado Masjuan:
Piensa mal y acertaras dice un viejo refran, tanto bombardeo de futbol a todas horas no me acaba de cuadrar. El gusto por el futbol en Cuba no es nuevo y tu lo debes saber mejor que nadie. Para los que tienen mala memoria, los Mundiales de futbol se vienen trasmitiendo en el país de forma ininterrumpida desde 1978 (me corriges si me equivoco), no siempre todos los partidos, pero si las etapas mas importantes del campeonato, entiendase, octavos, cuartos, semifinales, 3er lugar y final y en los últimos Mundiales creo que todos los partidos.
El balompie, como le llamaban nuestros abuelos, es un espectáculo, como también lo son la NBA, las Grandes Ligas, y los Grand Slam de tenis. Pero el futbol es el más universal de los deportes, gusta practicamente en todo el planeta y por tanto no es nada raro ni nuevo que guste en Cuba, lo que pasa ahora es que corren otros tiempos, esta es la era de internet, de la información y hay por llamarlo de alguna forma, nuevas tendencias y nuevos comportamientos que se copian.
En mi caso, que a mi también me gusta el futbol y mucho, como el beisbol y el boxeo, nunca se me hubiera ocurrido salir a la calle con una bandera argentina, país con el que simpatizo futbolísticamente, a celebrar sus triunfos, mi fanatismo no llegaba hasta ahí y todo quedaba en tertulias con amigos donde analizabamos el Mundial, los mejores jugadores y todo quedaba en eso, ahora la cosa va más allá, son cosas que hemos importado gracias a la televisión y otros medios.
Para terminar, porque creo que el tema da para mucho, tengo la opinión que ha sido un fenómeno impuesto con toda la mala intención. En Cuba las cosas no suceden por gusto, pero yo no tengo pruebas y todo queda en especulación, pero la pregunta que me hago siempre ante tanta cobertura con el futbol es la siguiente: ¿No será que quieren desviar la atención de lo que sucede en Grandes Ligas y del éxito que están alcanzando nuestros peloteros?, si fuera así, es un craso error, porque lo auténtico no se puede borrar, siempre perdura. Un saludo
Saludos Pandiame…el fútbol se ha convertido en un enorme fenómeno en Cuba, y se ha visto no solo en el Mundial (cuando se enfrentan el Barca y el real Madrid aparecen muestras similares de fanatismo). Sí estoy de acuerdo con que la falta de cobertura mediática al béisbol (en primer lugar a las Grandes Ligas, pero en sentido general a todas las ligas profesionales), combinado con la pérdida de calidad de la Serie Nacional, a partir de la salida de peloteros hacia diferentes lugares, ha influido en que se haya invertido la balanza y hoy no me parece arriesgado afirmar que el fútbol (aunque el que se juegue en Cuba sea pésimo) se ha convertido en el deporte más seguido (ampliamente) en este país.