Los 103 miembros del Comité Olímpico Internacional (COI) deberán adoptar próximamente tres decisiones trascendentales para el desarrollo del movimiento en la próxima década: cuál será la ciudad sede de la cita estival de 2020, qué modalidad, entre la lucha, el squash y el béisbol/softbol ingresará al programa oficial de competencias y quién sucederá al belga Jacques Rogge al frente de la organización.
En Buenos Aires sesionará el 125 Congreso del COI y, de las tres votaciones previstas, una parece tener a un ganador seguro. Cuando en febrero de este año se anunció la exclusión de la lucha del movimiento, no pocos pensaron que aquella había sido solo una llamada de alerta para un deporte que ha estado presente en todas las Olimpiadas.
La Federación Internacional de lucha entendió el mensaje y adoptó medidas urgentes: sustituyó al presidente, agregó dos nuevas divisiones para las mujeres y presentó cambios que buscan convertir a la especialidad en un deporte más atractivo para la televisión y los patrocinadores.
Esas modificaciones serían suficientes para convencer a los votantes indecisos, pues aunque el béisbol/softbol y el squash han presentado proyectos interesantes, la larga tradición de la lucha, el total de practicantes y las promesas de reformas en su sistema competitivo podrían pesar más en la votación.
Quizás el momento más esperado de las sesiones del Congreso sea la elección de la ciudad que acogerá a los Juegos en 2020. Tres urbes lograron llegar a la ronda final y cada una confía en sus puntos fuertes, mientras sus representantes intentan minimizar las debilidades. La gran favorita de todos es Tokio. La capital nipona organizó en 1964 la cita estival y, cuatro años atrás, en Copenhague, fue superada por la candidatura de Río de Janeiro.
Los japoneses presentaron ahora otra sólida propuesta que tiene un punto muy débil: la historia de Fukushima. Para obtener los votos necesarios, tendrán que esforzarse en demostrar que no existen posibilidades de que las fugas radioactivas de la central nuclear, golpeada por el tsunami de 2011, vuelvan a repetirse.
Madrid es la otra ciudad candidata con posibilidades. Los españoles enviaron a Buenos Aires a una amplia delegación en la que se incluyeron desde el Príncipe de Asturias hasta el basquetbolista Pau Gasol; mientras, desde Barcelona, Lio Messi finalmente también apoyó públicamente la opción madridista. Casi todas las instalaciones de los Juegos están listas; pero la situación económica del país despierta no pocas interrogantes, así que esa es la principal desventaja de la capital española.
Por último aparece Estambul. Pocos apuestan por esta ciudad y, para completar los problemas, la situación en la vecina Siria también perjudica las opciones turcas. Tal vez mucho antes de 2020 se haya resuelto el conflicto interno sirio; pero las elecciones del COI serán en septiembre de 2013 y, en estos momentos, la inestabilidad en ese país y la amenaza de una agresión militar extranjera complejizan el panorama. Nadie se sorprendería si Estambul quedara eliminado en la primera ronda.
El otro momento que ha despertado una gran expectativa es la elección del nuevo presidente del COI, el noveno en la centenaria historia de la organización. Los miembros del COI elegirán, por voto secreto, al titular quien se mantendrá en el cargo por ocho años y tendrá la posibilidad de reelegirse una vez más, por otro período de cuatro años, como sucedió con Rogge.
La boleta incluye a seis candidatos: dos vicepresidentes del COI, el alemán Thomas Bach y singapurense Ser Miang Ng, dos presidentes de Federaciones internacionales, el suizo Denis Oswald (remo) y el taiwanés Ching-Kuo Wu (boxeo), el puertorriqueño Richard Carrión, quien lidera la Comisión de Finanzas de la organización y el ucraniano Serguei Bubka, titular del Comité Olímpico de su país.
Ellos tratarán de ganar el voto de confianza de los delegados para sustituir al Rogge quien estuvo 12 años al frente del COI. Cada uno presenta un amplio currículo, aunque algunos resaltan más por su exitosa carrera como empresarios, mientras otros destacan por su larga trayectoria dentro del COI o por sus triunfos deportivos.
Entre los seis candidatos, sobresalen tres: Bach, Carrión—el único latinoamericano— y Bubka. El ucraniano es considerado uno de los mejores atletas de todos los tiempos, pues impuso 35 marcas mundiales en el salto con pértiga y sus 6.14 metros lucen intocables. Además, integró la Comisión de Atletas del COI, preside el Comité Olímpico de su país y también ocupó la Vicepresidencia de la Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo.
Bach también tuvo buenos resultados deportivos, porque fue campeón olímpico y mundial en el florete por equipos y desde 1991 es miembro del COI. En la organización ha ocupado diferentes responsabilidades, entre ellas la de vicepresidente. Carrión destaca por ser miembro del Consejo de Administración de la empresa de telecomunicaciones Verizon, también fue director del Banco de la Reserva Federal de Nueva York y dirige la influyente Comisión de Finanzas del COI.
¿Quién ganará la elección? El noveno presidente del COI no recibirá un salario por su gestión—en realidad, ninguno de los seis candidatos lo necesita, a partir de sus vínculos empresariales—; pero tendrá que entregarse por completo a un trabajo donde afrontará retos tan diversos como incentivar más a los jóvenes a la práctica de actividades físicas, luchar contra el dopaje y mantener a flote un movimiento que cada vez depende más de sus patrocinadores.
Publicado en Cubasí