Compuesta por 11 peloteros venezolanos, 10 cubanos y tres dominicanos, la selección “española” encarna la mejor y peor parte del III Clásico Mundial de béisbol.
Creo que la parte positiva radica en que le ofrece una imagen “global” al certamen; pero el precio ha sido enorme: las muy relajadas reglas de los organizadores del Clásico permiten a los equipos convocar a jugadores que no tengan la nacionalidad del país al que representarán. Basta con que en el árbol genealógico aparezca algún familiar cercano con dicha nacionalidad. Esto, me parece, es poco serio y le resta credibilidad al evento.
El “peor” ejemplo de la aplicación de esta regla es España. Ya sabemos que la tradición beisbolera de los ibéricos es escasa; sin embargo, clasificaron al Clásico, por delante de otros países con más historia en el deporte de las bolas y los strikes. Sencillamente recurrieron a peloteros que no tenían cabida, por diversas razones, en sus equipos nacionales y con ellos conformaron una selección que dejó en el camino a Israel (otra novena que recurrió a la misma “táctica”), en el torneo desarrollado en la Florida.
En un inicio parecía que los españoles jugarían en el grupo A, junto a China, Japón y Cuba; pero cuando los organizadores finalmente anunciaron la estructura de los grupos, pues de seguro los ibéricos lamentaron terminar en la agrupación más complicada de todas, la C, junto a Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
De acuerdo con el colega Rafael Rofes Pérez, en la nómina española aparecen diez jugadores cubanos. Ellos son: Yoanner Negrín, Bárbaro Cañizares, Néstor Pérez, Yunesky Sánchez, Yasser Gómez, Eddie Morlan y Adrián Nieto (nacidos en Cuba); mientras Daniel Figueroa, Sergio Pérez y Paco Figueroa nacieron en Estados Unidos.
En este listado recuerdo especialmente a Cañizares y Gómez quienes jugaron con Industriales y conformaron, en varias ocasiones, la selección nacional cubana. Luego decidieron continuar sus carreras en otros sitios (Cañizares ha brillado en la Liga mexicana). Entonces, este III Clásico también ha servido para que los que seguimos el béisbol cubano nos reencontremos, al menos visualmente, con Cañizares y Gómez, porque la televisión nacional ha transmitido casi todos los partidos en vivo (un esfuerzo económico importante, ya que los derechos no son baratos).
Como era de esperarse, España ha caído en sus dos primeras presentaciones, en el Clásico Mundial, frente a Puerto Rico (3 por 0) y República Dominicana (6 por 3); sin embargo, ha dejado una buena imagen, porque ambos partidos fueron reñidos. Los boricuas comenzaron impetuosos al marcar tres rápidas carreras; pero luego la ofensiva local fue silenciada, aunque los “españoles” poco pudieron hacer.
Menos de 24 horas después de la caída inicial, España luchó hasta el último out contra República Dominicana, un equipo que había impresionado en su primera presentación frente a Venezuela. Con dos outs, los “españoles” aprovecharon el descontrol de los cerradores dominicanos José Veras y Fernando Rodney para acercarse en el marcador, 6 por 3 (Cañizares recibió base por bolas, con las almohadillas repletas, creo que muchos de los que observamos el partido “cruzamos” los dedos para que el fornido slugger sacara la pelota del “Hiram Bithorn”); pero el último bateador no vio los rompimientos de Rodney y así acabaron las esperanzas de los “españoles” (si es que las tuvieron) de avanzar en el Clásico.
El Clásico Mundial ha atravesado por no pocos problemas de credibilidad. Quizás las mayores críticas se hayan concentrado (¡con razón!) en los permisos negados por las franquicias de las Mayores y el desinterés de no pocas estrellas hacia el torneo; pero las “reglas para conformar a los equipos” también median en la pérdida de credibilidad de un certamen que (¡ojalá que no suceda!) podría no celebrar su cuarta edición, en 2017.