Probablemente sea la noticia más asombrosa de 2012, en un deporte colectivo cubano. ¿Alguien pensó que la selección nacional de fútbol llegaría a la final de la Copa del Caribe que se celebra en Antigua y Barbuda? Quizás ni los fanáticos más optimistas, ni los directivos de la Federación nacional hayan imaginado que ese equipo disputaría la corona, sobre todo después del descorazonador revés inicial ante Martinica.
Esa derrota tal vez «despertó» a los jugadores, porque la selección ha logrado eslabonar una cadena de tres triunfos consecutivos, algo que no se vio durante muchísimo tiempo en el fútbol cubano. En un país donde se sigue minuto a minuto lo que ocurre en las principales ligas europeas, pues parece que no había presupuesto (¿o interés?) para enviar ni siquiera a un periodista a transmitir por la radio las incidencias del torneo. Por tanto, las únicas informaciones del certamen que tengo son tomadas de Internet, del sitio de la CONCACAF.
Lo cierto es que los cubanos derrotaron nada menos que a Jamaica (de acuerdo, los reggae boys jugaron muy mal el torneo, pero, sin dudas, son referencia en el Caribe) y, más tarde, en la semifinal, vencieron por la mínima a Haití. Esto colocó a la selección que dirige el granmense Walter Benítez por cuarta ocasión en una final de la Copa del Caribe. En las otras tres ocasiones anteriores los cubanos perdieron el juego decisivo. Ahora enfrentarán a Trinidad y Tobago. Me imagino que la gran mayoría haya colocado a los trinitarios como favoritos; pero, me parece, cualquier cosa pudiera suceder. Una victoria significaría (¡al fin!) una buena noticia para el fútbol cubano; aunque ya está asegurado el principal objetivo: clasificar a la Copa Oro 2013; pero lo que sí parece distante es el “objetivo” de tener a una selección de fútbol competitiva. ¿Realmente creen que con cambiar a un técnico y modificar el calendario del campeonato nacional “crecerá” el fútbol cubano? En tiempos de cambios, nada debería quedar anquilosado.