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Playoff MLB: Maldición Roja

Los Rojos de Cincinnati se han unido a la lista de equipos en Grandes Ligas que cargan con una “maldición”. Allí podríamos incluir, en primer lugar, a los Cachorros de Chicago; pero ahora me parece que los Rojos se han “ganado” un lugar entre los “malditos”. Si alguien lo duda, entonces le sugiero que revise los últimos tres partidos del playoff divisional contra los Gigantes de San Francisco.

Parecía que, en 2012, las cosas serían diferentes para los Rojos. Ganaron cómodamente el Centro de la Liga Nacional y luego tomaron ventaja de 2 por 0 sobre los Gigantes. Las victorias, como visitantes, fueron convincentes. Solo faltaba un triunfo, como local; sin embargo, esa victoria no llegó.

Los Rojos nunca perdieron tres partidos consecutivos en casa, durante la campaña regular; pero ante los Gigantes lucieron muy mal. El partido clave fue el tercero, porque sencillamente desperdiciaron la espectacular actuación del abridor Bailey. En ese duelo, la ofensiva nunca apareció y luego el error de Scott Rollen abrió el camino a la carrera del triunfo, en extra innings.

La victoria despertó a los Gigantes. Al día siguiente, Tim Lincecum relevó a Barry Zito y poco pudieron hacer los Rojos. Para el quinto desafío muchos consideraron como favorito a San Francisco. Esa condición quedó ratificada después del cuadrangular con bases llenas de Buster Posey, quien sin dudas merece el premio como mejor regreso del año. ¿Recuerdan la fortísima colisión del receptor, con un jugador de los Marlins, en 2011? Es difícil recuperarse de ese tipo de lesiones; pero Posey lo hizo y su retorno ha sido formidable: líder ofensivo de los Gigantes (tras el fraude de Melky Cabrera).

¿Qué decir de los Rojos? La decepción de los fanáticos con esa franquicia debe ser enorme. Llevan 17 años sin ganar un desafío de playoff en casa y ahora la derrota quizás duela más, porque estuvieron cerca, muy cerca, de jugar por el título de la Liga Nacional. Desaprovecharon varias ocasiones y, en lugar de retornar al terreno, tendrán todo el invierno para analizar qué salió mal. Es una “maldición”, dirían algunos.

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