Lance Armstrong dice que duerme tranquilo porque las investigaciones sobre el dopaje en Estados Unidos no le quitan el sueño. Parece que es uno de los pocos atletas y directivos en el mundo del ciclismo que, supuestamente, descansa sin preocupaciones, ya que cada cierto tiempo este deporte se estremece con la adición de un nuevo nombre a la extensa lista de sospechosos de consumir, alentar o permitir las sustancias prohibidas.
El siete veces ganador del Tour de Francia anunció su retiro en 2011 y pidió que no le levantaran un monumento; pero si se llegara a confirmar que nunca hizo trampas, que ganó todos los títulos sin llenarse su cuerpo de las más modernas drogas, que su antiguo compañero de equipo, Floyd Landis, volvió a mentir, quizás en la placa de la proyectada estatua para honrar la figura de Armstrong podría esculpirse esta frase: “Un campeón legítimo”.
No todos creen en la sinceridad de Armstrong; aunque su más reciente acusador, realmente, tiene muy poca credibilidad. En 2006 el estadounidense Floyd Landis asombró a todos al ganar el Tour; sin embargo, poco después el examen antidoping mostró que sus niveles de testosterona estaban por encima de lo permitido. Landis perdió el título, aunque mantuvo, por largo tiempo, sus declaraciones de inocencia. En 2010 finalmente reconoció lo que no era un secreto para nadie; pero lo más interesante fue que en su “mea culpa” dijo que otros ciclistas, entre ellos Armstrong, también estaban implicados en el dopaje.
A partir de las declaraciones de Landis comenzó una investigación federal en Estados Unidos. ¿Surgirá alguna nueva evidencia en contra de Armstrong? Sería una sorpresa, porque el atleta ha afrontado tantas denuncias desde que retornó a las carreteras, luego de su recuperación del cáncer testicular con metástasis pulmonares y cerebrales, que si existiera una prueba inculpatoria, probablemente ya habría aparecido.
No obstante, los diez años consecutivos de exámenes fallidos que alega en su defensa Armstrong, en realidad no lucen como un argumento suficiente para declararlo “un atleta limpio”, porque no puede olvidarse que no siempre los laboratorios antidoping han sido capaces de estar actualizados para descubrir las drogas más modernas.
Una de las polémicas más complejas en la que se vio envuelto Lance fue el supuesto doping en el Tour de 1999, con la “famosa” eritropoyetina (EPO) que en ese momento resultaba imposible de detectar. Afortunadamente para Armstrong, la Unión ciclística internacional (UCI) confirmó la inocencia del estadounidense; aunque esa decisión tal vez no haya convencido a determinados medios de comunicación, sobre todo al diario francés L´Equipe.
A pesar de los escándalos—incluso en los que él quedó involucrado—Armstrong no se ha cansado de defender la buena reputación del ciclismo. De acuerdo con el pedalista, si se detectaron tantos casos de dopaje es porque ese deporte se ha preocupado más que el resto de las modalidades en combatir el uso de las sustancias prohibidas. Si siguiéramos este razonamiento de Lance, podríamos llegar a la conclusión—errónea—de que la razón por la cual aparecen muchos tramposos montados sobre bicicletas es por el “férreo” control de la UCI.
Entonces, parece un argumento demasiado simple cargar sobre las otras especialidades y acusarlas de ser “débiles” contra el doping y olvidar las posibles causas que han conducido a los ciclistas hasta los anabolizantes para soportar—y vencer—en las extensas y continuas carreras. ¿Por qué la Operación Puerto? ¿Por qué las dudas sobre Alberto Contador? Después de tantas mentiras, ¿todavía es posible creer en algún atleta, equipo, directivo?
Armstrong asegura que en las noches concilia el sueño sin dificultad. El atleta utiliza esta imagen para decirle al mundo que se siente tranquilo y confiado sobre su figura. Aclara que se retira del deporte activo luego de dar lo mejor de sí y que no necesita que nadie le otorgue una placa o le haga una estatua.
El impresionante retorno de Lance y los siete títulos consecutivos en el muy exigente Tour de Francia (1999-2005) bastarían para considerarlo entre los mejores ciclistas de todos los tiempos; pero vivió en una etapa en la que cada hombre que alcanzaba algún éxito encima de una bicicleta era considerado culpable de doping hasta que no demostraba lo contrario. Él ha probado su legitimidad como campeón; sin embargo, los más escépticos—y no son pocos—añadirían esta expresión: “por el momento…”
Publicado en Cubasí
Miguel…No se puede creer en nadie…it»s so good to be true….