Garry Kasparov gritó el fraude a toda voz, los abogados de la campaña de Anatoly Karpov intentaron invalidar la candidatura y desde varios medios de comunicación no se cansaron de repetir las frases poco felices de Kirsan Ilyumzhinov, relacionadas con su abducción alienígena o sobre el origen “extraterrestre” del ajedrez; pero ninguna estrategia funcionó y el multimillonario budista ganó fácilmente la elección que le permitirá mantenerse como presidente de la FIDE hasta 2014.
Desde que se conoció que el duodécimo campeón mundial, el ruso Anatoly Karpov, lucharía por la presidencia de la Federación internacional de ajedrez (FIDE, por sus siglas en francés) no pocos en el mundo aplaudieron su postulación. Era la oportunidad para que un jugador retornara a la titularidad de la organización. Nadie como él entendía cuáles eran las dificultades que atravesaban los ajedrecistas.
Entonces comenzaron las alianzas de Karpov, con el objetivo de reforzar su candidatura. Uno de los primeros en ofrecer apoyo público fue Garry Kasparov. Los enemigos irreconciliables de antaño dejaban a un lado sus diferencias por un supuesto objetivo común: reorganizar el ajedrez.
Esta comunión de propósitos fue muy difícil de creer, porque en la memoria del universo ajedrecístico quedó guardada, para siempre, la terrible escisión vivida a principios de los años noventa, cuando el “Ogro de Bakú” decidió formar su propia organización. El mismo hombre regresaba ahora para ¿“reformar” la organización? Si Karpov esperaba que la influencia del ¿mejor jugador del siglo pasado? inclinara la balanza a su favor, la vida le demostró lo contrario.
Kasparov ha sido un crítico muy feroz de las políticas del ahora primer ministro Vladimir Putin y del mandatario ruso Dmitri Medvedev, por tanto, no fue una sorpresa que el Kremlin apoyara la reelección de Ilyumzhinov; aunque la posición de la Federación rusa—la más poderosa de las 160 afiliadas a la FIDE—fue muy contradictoria. Por un lado se hizo público que dicha Federación nominaba a Ilyumzhinov como su candidato; mientras otra parte de la cúpula directiva sostuvo lo contrario.
Durante más de 17 años Ilyumzhinov fue el presidente de la república autónoma de Kalmikia, una región muy rica en petróleo, hasta que Moscú decidió que era hora de un relevo. El multimillonario no quiso perder su otra presidencia, la de la FIDE, un puesto que ocupa desde 1995 y para lograr su objetivo empleó su enorme influencia, resaltó sus logros en los 15 años de mandato y aprovechó los errores de Karpov.
Desde Nueva York, la sede de la campaña de Karpov, arreciaron los ataques personales contra Ilyumzhinov. Diversos medios de comunicación resaltaron las declaraciones del mandatario cuando este aseguró que, en 1997, había sido abducido por extraterrestres, con los que conversó amistosamente en su nave espacial.
Luego Ilyumzhinov fue más allá y explicó que el ajedrez llegó a la Tierra procedente de algún lugar del universo. Con estas historias era muy fácil convencer al público de la poca credibilidad del presidente; sin embargo, la campaña de Karpov se centró tanto en desacreditar a Ilyumzhinov que “olvidó” demostrar, con hechos, todas las cosas que pretendía hacer.
Ambos candidatos recorrieron diversas partes del mundo, en la búsqueda de apoyo. Estuvieron en Cuba, durante la celebración del Memorial Capablanca y en La Habana se entrevistaron con las principales autoridades del ajedrez. Karpov publicó en su sitio oficial un reclamo por el voto cubano; pero, finalmente, la Federación nacional, presidida por Silvino García, optó por Ilyumzhinov.
La votación se celebró como parte del Congreso de la FIDE, que sesionó de forma paralela a la 39 edición de la Olimpiada, en Khanty-Mansiysk; pero antes de que se oficializaran las posiciones de todos los delegados no era un secreto que Karpov lucía perdido. La mayoría de las naciones europeas estaban con él; sin embargo, Ilyumzhinov obtuvo el apoyo de pequeñas federaciones de Asia, África y América del Sur.
Frente a esta situación desesperada, Karpov intentó imputar la selección de Ilyumzhinov por parte de la Federación rusa y elevó el caso ante la Corte de arbitraje deportivo, en Lausana. Allí perdió, como se esperaba, y todo quedó decidido. El día de la elección, Kasparov, en representación de Karpov, estuvo algunos minutos gritando improperios sobre la elección, especialmente por la enorme cantidad de delegados-proxy, es decir, aquellos que no pudieron estar en Khanty-Mansiysk y mediante cartas autorizaron a otros delegados a votar por ellos. La mayoría de estos casos prefirió la opción de Ilyumzhinov.
No hubo más sorpresas y el conteo final dejó un convincente triunfo por 95 a 55 de Kirsan Ilyumzhinov quien seguirá como presidente de la FIDE hasta 2014. ¿Por qué ganó tan fácilmente este hombre, que considera al ajedrez como un hobby? No se puede olvidar que Ilyumzhinov tomó una organización dividida y aunque le costó una década, logró reunificar el título mundial. Además, durante su mandato ha invertido 50 millones de dólares, provenientes la mayor parte de su enorme fortuna personal, con los que pudo salvar, en más de una ocasión, un torneo o match que quedó sin financiamiento.
En su programa de candidatura Ilyumzhinov aseguró que continuaría invirtiendo en el ajedrez y una de sus acciones más importantes sería la organización de dos nuevos torneos en el Caribe y Latinoamérica, para los que había destinado 500 mil dólares; además, ofreció un millón de dólares que serán utilizados en la creación de una serie de diez eventos, nombrados Memorial Campomanes—en honor a su antecesor en la FIDE, Florencio Campomanes—en países asiáticos. Karpov habló mucho de dinero; pero no supo convencer, con hechos, a las federaciones.
Quizás con la elección de Ilyumzhinov haya regresado la tan necesaria calma al reino terrenal del ajedrez—aunque el presidente persista en su empeño de demostrar el origen alienígena del juego ciencia—, incluso su diplomacia lo llevó a ofrecer una de las vicepresidencias a Karpov, oferta esta que probablemente no sea aceptada. Tal vez tengamos calma; sin embargo, las palabras de despedida, publicadas en el sitio oficial en Internet de la campaña de Karpov, dejan un camino abierto a otra escisión: “la elección probó que es imposible realizar el cambio dentro de la FIDE, porque desde hace mucho tiempo ha dejado de representar a las federaciones y a los ajedrecistas”. Palabras muy similares a estas utilizó Kasparov para abandonar a la FIDE, en 1993.
Publicado en Cubasí