La pasarela de Magnus Carlsen

Deben ser populares, supuestos íconos de belleza y, por supuesto, exitosos en el deporte que practican; aunque, contradictoriamente, esto último tal vez no sea tan importante. Si cumplieran las condiciones anteriores, entonces recibirían grandes contratos publicitarios, en ocasiones superiores a los que obtienen por sus actuaciones en una cancha, un tablero, una piscina. Nadie queda fuera: futbolistas, corredores, peloteros y también ajedrecistas, entre ellos el número uno del mundo, Magnus Carlsen.

Cuando el futbolista inglés David Beckham o la tenista rusa María Sharapova firma con multinacionales como Gillete o Motorola, pues eso ya no es noticia en un universo deportivo cada vez más acostumbrado a ver a sus estrellas venderse al mejor postor; sin embargo, es inusual que un ajedrecista aparezca en un cartel publicitario, como modelo de una línea de ropa.

Si el nombre de ese jugador es Magnus Carlsen, se comprende el enorme revuelo que ha causado el genio noruego después que su rostro llegara a la feria de la moda, Bread & Butter, como representante de la empresa holandesa de ropa G-Star Raw. La compañía está especializada en telas vaqueras y ataviadas con ellas estuvo el prodigio quien pudiera debutar en una pasarela en septiembre, durante la Semana de la moda, en Nueva York; pero esto queda en el campo de la especulación.

Los grandes ajedrecistas suelen ser considerados—en muchas ocasiones con razón—personas distraídas y poco comunicativas. Ninguna de estas características atrae a los anunciantes y por eso la sorpresa ha sido mayor con Carlsen quien parece estar aprendiendo mucho más que ajedrez de su entrenador, Garry Kasparov. En la campaña lanzada por G-Star, el noruego tiene de compañera a la actriz Liv Tyler, muy conocida por sus actuaciones en películas como el “Señor de los Anillos” y “Armagedón”.

Antes que Carlsen, la referencia principal del llamado juego ciencia en la moda era la campeona mundial, la rusa Alexandra Kosteniuk quien había posado para revistas y recibe una alta cifra de visitas a su perfil en Facebook, donde se promociona con la frase, «Belleza e inteligencia pueden ir unidas». No obstante, en el capítulo de la fotografía, nadie ha superado a la Gran Maestra serbia María Manakova, la única que ha posado desnuda.
La relación entre los deportistas y las marcas ha aumentado notablemente. En el pasado Mundial de fútbol de Sudáfrica, los canales deportivos por cable repitieron—hasta el cansancio, pudiera agregarse—los anuncios de Gillete, con Thierry Henry como figura central; mientras, Pepsi creó un imaginario juego en una pradera africana, en el que Lampard, Drogba y Messi disputaban un balón.

Para muchos el éxito en un deporte abre el camino a las ganancias por la publicidad. David Beckham no ha anotado tantos goles desde su salida del Manchester United; sin embargo, su fortuna ha crecido en 15 millones de euros anuales por sus acuerdos con Gillete y con la división de ropa interior de Armani. La rusa Anna Kournikova nunca ganó un torneo de tenis en el máximo nivel; pero su belleza natural—tampoco se puede olvidar su vida privada que ha sido muy pública—le permitió captar la atención de empresas muy poderosas.

Los ejemplos continúan y los futbolistas están entre los atletas que más atraen a las compañías. Fabio Cannavaro y Gennaro Gattuso decepcionaron en Sudáfrica; pero sus éxitos anteriores los convirtieron en favoritos para Dolce & Gabbana y otras marcas de moda deportiva. Kaká recibió un lucrativo contrato con los jeans de Armani y Fernando Torres fue protagonista de la campaña lanzada por los almacenes “El corte inglés”.

Una de las voces más escuchadas y seguidas en el mercado de la moda, el italiano Giorgio Armani, explica su predilección hacia los futbolistas: “son nuevos líderes del estilo. A diferencia de las estrellas de cine, combinan disciplina física y mental y eso los convierte en auténticos héroes». Después del brillante triunfo español en el Mundial sudafricano, resulta probable que los nuevos héroes, desde Andrés Iniesta hasta David Villa, vean un aumento en el interés de los anunciantes por tenerlos más tiempo en vallas o mensajes televisivos.

La lista de los deportistas que reciben importantes dividendos por sus vínculos con la publicidad, es más extensa; pero en todos los que la integran parecen repetirse las mismas características: atletas de éxito, con influencia sobre los sectores de la población que interesan a las marcas, con atributos naturales que atraen a hombres y mujeres y supuestos ejemplos dentro y fuera de los espacios deportivos. Los deslices de Michael Phelps y su pipa de marihuana, las apuestas en peleas de perros del mariscal de campo Michael Vick no fueron bien vistos por varios de sus anunciantes que decidieron terminar los contratos.

El prodigio Magnus Carlsen ha tenido un año espectacular y sus 2826 puntos de coeficiente ELO—la segunda mayor cifra de la historia—demuestran que, aunque no sea el campeón mundial, sí es el más completo. No cumple todavía los 20 años, pero ya ha recorrido medio mundo y su presencia mediática ha crecido. ¿Funcionará su nueva “profesión” como una posible distorsión en su carrera? Hasta el momento nada ha logrado sacar al genio del camino que primero sus padres y luego él preparó, ni siquiera la escuela, de la que prescindió por completo. El tiempo nos dirá si las pasarelas influyeron en Carlsen, más allá de la cifra de euros que, de seguro, ingresarán en su cuenta bancaria.

Publicado en Cubasí