En Venezuela el fútbol es una enorme pasión. No importa que la “vinotinto” nunca haya participado en una Copa Mundial, aquí la fiebre del más universal de los deportes se vive con una intensidad extraordinaria , más allá de las ventas de camisetas, banderas y una amplia diversidad de productos que abundan en casi todas las esquinas de una de las urbes más populosas de Latinoamérica.
Al igual que sucede en tantas partes, Cuba incluida, no pocos se dividen entre Brasil y Argentina, sin dudas los equipos con mayor cantidad de seguidores. Junto con la gran atención que recibe la Copa por todos los medios de comunicación, entre ellos tres canales televisivos que transmiten los partidos, otro evento intenta cautivar al universo deportivo venezolano: la XII edición del Campeonato mundial de softbol femenino, inaugurado por el presidente Hugo Chávez.
El Mundial nunca antes había sido acogido por una nación latinoamericana y este se realiza en un momento complicado para el softbol femenino. El año pasado fracasó la propuesta de la Federación internacional (ISF, por sus siglas en inglés) que buscaba el retorno del deporte al programa oficial de competencias de las Olimpiadas. Por tanto, para intentar el añorado regreso en 2020, como sucede con el béisbol, resulta imprescindible aumentar la difusión de una modalidad que se practica por millones de personas en, al menos, 128 naciones. El Mundial de Venezuela luce como un primer paso en la larga carrera olímpica.
Las autoridades venezolanas han realizado un notable esfuerzo para asegurar que sea un evento exitoso. En primer lugar dieron todo el apoyo financiero que posibilitó la construcción de un moderno estadio, llamado “Bicentenario”, y la remodelación del que se encuentra en La Rinconada. Ambos tienen césped artificial, un moderno sistema de luces y pantallas gigantes en la zona de los jardines.
Todo esto se complementa con un gran campaña propagandística a través de enormes vallas, situadas en el metro y en las más importantes avenidas de la ciudad; además de continuos spots televisivos. La “competencia” con el fútbol es fuerte; pero no se puede negar el esfuerzo para atraer al público, ya que incluso las entradas a los dos estadios son gratuitas.
Al Mundial de softbol asisten 16 selecciones, divididas en dos grupos de ocho. Entre todas, la gran favorita vuelve a ser Estados Unidos, el equipo que ha ganado las últimas seis ediciones de estas citas; aunque las estadounidenses no podrán descuidarse de las japonesas o les podría suceder lo mismo que en la Olimpiada de Beijing, cuando las niponas alcanzaron el título con un espectacular triunfo en extrainnings.
Para Cuba, el evento de 2010 ya es histórico, pues desde 1990 las cubanas no intervenían en un Mundial. En su última presentación culminaron en una excelente octava posición; pero repetir ese lugar luce muy difícil ahora.
El equipo, comandado por Luis Suárez, tendrá como rivales a Canadá, Sudáfrica, Japón, Holanda, Gran Bretaña, Argentina y Taipei de China. Quizás este sea el grupo más complicado y terminar entre las cuatro primeras, lo que les permitiría pasar a la siguiente fase, es el gran reto para las chicas.
La principal fortaleza de la selección nacional parece ser el cuerpo de lanzadoras, encabezado por Yanelis Rodríguez, Marlen Bubaire, Anisley López y Yusmaris Pacheco. De su labor en el montículo dependerá la posición final que alcance la selección nacional; aunque, tal vez, el logro más importante sea participar. Cualquier cosa que se logre será valiosa, pues 20 años de ausencia no se pueden borrar en poco tiempo.
Publicado en Cubahora
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