Su poderoso gancho lo convirtió en campeón olímpico y luego le permitió brillar en el profesionalismo. Con la fuerza de sus puños ganó millones de dólares, aunque luego, como ha sucedido con tantos otros peleadores, no supo administrarlos bien. Estos errores hicieron que Joe Frazier, o “Smoking Joe”, como también lo conocían, viviera sus últimos años en la pobreza.
Frazier se hizo famoso después de ganar la medalla de oro, en la división de los súper pesados, en los Juegos Olímpicos de Tokio, en 1964. Joe era pequeño, pero corpulento y como sus rivales, por lo general, lo sobrepasaban en estatura, él trataba de compensar esa diferencia con un fuerte trabajo en el gimnasio. Sus entrenadores le colocaron el apodo de “Smoking Joe”, ya que el chico se mantenía golpeando hasta que “saliera humo (smoke, en inglés) de sus guantes”.
En Tokio, Frazier acabó rápido con todos sus rivales y en la semifinal dejó fuera de combate al soviético Yemelyanov. Ahí comenzaron las preocupaciones, porque Joe se lesionó el dedo pulgar de la mano izquierda. Por tanto, afrontó con desventaja el combate final ante el alemán federal Huber. A pesar del dolor en su mejor mano que le impedía lanzar su efectivo gancho, el norteamericano se las arregló para ganar por decisión de 3 a 2 y subió a lo más alto del podio olímpico.
Después del triunfo en la cita estival Frazier saltó de inmediato al profesionalismo y alcanzó varias victorias consecutivas. Entre los primeros triunfos tal vez el más sobresaliente haya sido el obtenido sobre Jimmy Ellis, en 1970. En ese combate se disputó el campeonato de los pesos pesados; aunque para todos quedaba claro que el cetro de la división no era del todo legítimo, ya que el verdadero monarca, Muhammad Alí, había sido despojado y cumplía, en ese momento, una sanción por negarse a participar con las Fuerzas armadas norteamericanas en la guerra de Vietnam.
Alí sufrió una suspensión de tres años y cuando finalmente pudo retornar el gran duelo contra Frazier quedó pactado para marzo de 1971, en el Madison Square Garden, de Nueva York. La prensa publicitó el encuentro como el “combate del siglo XX” y realmente fue una feroz pelea.
Para los cronistas Alí ganó los primeros rounds; pero a partir del décimo la situación cambió y en el decimoquinto y último Frazier impactó con su izquierda el rostro del rival. Este cayó a la lona y los árbitros vieron con claridad el triunfo de Joe; mientras Alí salió directo para el hospital, porque tenía dañada su quijada.
Luego de su convincente triunfo sobre Alí, Frazier perdió la corona mundial ante otro grande de los puños, George Foreman. Alí deseaba a toda costa una revancha y lo obtuvo, aunque en ese duelo no estaba en juego el título, porque ya Frazier no era el campeón.
Nuevamente el Garden acogió el combate, en 1974 y esta vez Alí fue mucho mejor y ganó por decisión unánime de los jueces, en 12 rounds. Ese revés le dolió mucho a Frazier, pues él no soportaba a Alí. Ambos intercambiaban con asiduidad ofensas personales y para Alí su rival era como el “Tío Tom”, el personaje de la novela de Harriet Beecher Stowe que representaba la docilidad del esclavo negro ante el amo blanco.
Además, Alí llamó en varias ocasiones “Gorila” a Frazier, por el color de la piel y por las supuestas pocas luces de su contrario; mientras Joe criticó el cambio de nombre de Alí y su aceptación del Islam. “Es una bofetada en la cara de Dios”, dijo en algún momento. Años más tarde, cuando a Muhammad le diagnosticaron la enfermedad de Parkinson, Frazier aclaró que había recibido “un castigo de Dios”.
Toda esa animosidad explotó sobre el ring. En 1975 muchos esperaban el tercer duelo entre Frazier y Alí. La parte más complicada era encontrar un lugar que acogiera al combate y un patrocinador que corriera con todos los gastos, que no eran pocos. Sorpresivamente apareció en la escena el presidente filipino Ferdinand Marcos quien ofreció a su país como sede y garantizó la bolsa millonaria.
El combate volvió a ser cerrado. Alí sacó la mejor parte y golpeó con tanta fuerza a Frazier que este no podía ver a través de sus hinchados ojos. Cuentan las crónicas de la época que “Smoking Joe” quería terminar a cualquier costo la pelea; sin embargo, su entrenador “tiró la toalla” en el decimocuarto round.
La carrera de Joe Frazier estaba casi terminada; aunque él luchó por una última oportunidad: una revancha ante George Foreman. Las cosas no salieron bien en ese combate y la derrota marcó el final. Durante cinco años Joe estuvo alejado de los cuadriláteros y cuando regresó, en 1981, con 37 años, apenas igualó su pelea con Floyd Cummings. Solo entonces decidió colgar, para siempre, sus guantes. En total ganó 32 peleas, 27 de ellas por KO y solo cedió en 4 ocasiones: dos ante Alí y dos frente a Foreman.
Con el dinero ganado a lo largo de sus años en el profesionalismo pocos pensaron que Frazier afrontaría problemas financieros; sin embargo, “Smoking Joe” se unió a la larga lista de pugilistas que manejaron pésimamente sus fortunas.
En septiembre de 2011 los médicos le diagnosticaron cáncer de hígado. La enfermedad hizo metástasis y en apenas dos meses acabó con la vida del anciano. Muhammad Alí asistió a su funeral y cuando le preguntaron por Frazier dijo: “el mundo ha perdido a un gran campeón. Siempre recordaré a Joe con respeto y admiración”. Dos años antes de su muerte, Joe declaró en una entrevista a la revista “Sports Illustrated” que ya había dejado atrás su resentimiento por Alí.
Joe Frazier será siempre recordado como uno de los grandes boxeadores de todos los tiempos. Su título olímpico y sus decenas de éxitos, en una época muy competitiva entre los pesos súper pesados del profesionalismo, lo convirtieron en una figura inolvidable que, al igual que tantas otras, no tuvo el final soñado.