Antes de que arrancara la Copa Mundial Rusia 2018, el uso por primera vez en este certamen del Asistente de vídeo para el árbitro (VAR, por sus siglas en inglés) despertaba no pocas polémicas. ¿Cuántos errores cometerían los encargados de impartir justicia? ¿Qué tiempo demorarían los juegos? Las casas de apuestas, como Stakers, tenían múltiples opciones incluso sobre qué cantidad de penales se anotarían en el evento. Una semana después del VAR, probablemente los que defienden el uso de las nuevas tecnologías en el deporte, en especial las repeticiones televisivas, estén más convencidos de su éxito; mientras, sus detractores hayan reafirmado sus criterios negativos sobre este “intruso” en un juego centenario.
Un primer elemento en el análisis es que todavía existe mucho desconocimiento sobre el VAR. No puede pedirse, o sea, no se trata de lanzar un pañuelo rojo, como hacen los entrenadores en la NFL, ni tampoco puede solicitarlo un jugador, ni siquiera el árbitro. Desde el “cuarto de guerra” de la FIFA, en Moscú, un grupo de cuatro árbitros revisa las jugadas que pueden ser “transformadas”, es decir, penales, tarjetas rojas y goles y le envía una señal al juez principal sobre un posible error. Cuando sucede esto, vemos al árbitro llevarse la mano a la oreja (imagino que para escuchar mejor, ante la algarabía habitual en cada estadio). Si realiza el gesto del televisor con la mano es que acudirá a un costado del terreno, para observar la jugada, en varios ángulos, en un monitor. Después de esto llega a una determinación: mantiene o cambia su decisión inicial.
Un ejemplo para buscar claridad: los penales. En caso de que haya habido un posible penal, el VAR analiza si hubo fuera de juego anterior, si realmente la falta existió o si la acción se produjo dentro o fuera del área. Si el “cuarto de guerra” detecta una irregularidad, le avisa al árbitro, quien de todas formas tendrá la última palabra. Por tanto, el VAR no les resta autoridad a los jueces, en realidad, los ayuda para que luego nadie pueda señalarlos como “culpables de un fracaso”.
¿Produce alguna demora y detiene el “trepidante ritmo de un partido de fútbol”? De acuerdo, sí, para el juego por un tiempo que ha sido, hasta ahora, muy breve. Prefiero esta detención a que un error humano sea el responsable de un resultado; además, como analizamos, el VAR solo se aplica a jugadas específicas, todavía muy pocas para mi gusto.
En la primera ronda de partidos del Mundial Rusia 2018 ha habido una “explosión” de penales. Los que estaban apostando en vivo en Stakers en los desafíos Francia-Australia y Suecia-Corea del Sur de seguro tuvieron cambios en sus cuotas, tras el uso del VAR, que concedió justos penales a galos y suecos. En 13 partidos, los jueces han sancionado ocho penales, pero solo tres de ellos han sido “resultado del VAR”: el que anotó Griezmann frente a Australia, el que pudo poner delante a Perú ante Dinamarca, sin embargo, Cristian Cuevas mandó la pelota a las nubes y el del sueco Viktor Claesson versus los surcoreanos (tal vez el más polémico de todos, porque el árbitro Joel Aguilar detuvo el encuentro en medio de un contrataque de los asiáticos).
Las cifras demuestran que la sanción de penales ha aumentado. En el Mundial de Brasil 2014 se llegó a ocho penales en el doble de los partidos (26); mientras, según Míster Chip, en Alemania 2006 los ocho penales se alcanzaron en 40 desafíos. Los números muestran el crecimiento en Rusia 2018, pero, como analizamos, el VAR ha intervenido en tres casos, los otros han sido identificados, de primera intención, por el árbitro.