Antes de que comenzara la Serie Mundial 2017, la gran mayoría consideró a los Dodgers de Los Ángeles como los grandes favoritos para ganar, por primera vez en 29 años, el título del Clásico de Otoño. Después del primer juego, tras el formidable trabajo de Clayton Kershaw, no pocos pensaron que los Astros de Houston quizás ni siquiera llegaran al sexto desafío. Todos estábamos equivocados. Una semana más tarde, ese equipo está celebrando su primer anillo en 56 años de historia de la franquicia.
Los Astros nunca se dieron por vencidos y este fue su punto fuerte a lo largo de toda la postemporada. Llegaron a Houston con desventaja 2-3 frente a los Yankees, en la final de la Liga Americana, y fueron capaces de ganar los dos desafíos. Comenzaron perdiendo ante los Dodgers y estuvieron a tres outs de salir de Los Ángeles 0-2, sin embargo, se las arreglaron para igualar la Serie. Perdieron el sexto juego y los Dodgers recuperaron el favoritismo de cara al séptimo desafío, pero los bates de los Astros se encargaron de demostrar que Yu Darvish es un lanzador sobrevalorado.
Así termina una Serie llena de récords (en el «año de los jonrones» el Clásico de Otoño no se podía quedar detrás y, en total, fueron 25 cuadrangulares), de momentos polémicos (Yuly Gurriel de seguro no volverá a hacer en público el «chinito» que tanto le ha costado), de un improbable MVP (¿quién hubiera pensado que George Springer fuera el jugador más valioso antes de que se lanzara el primer pitcheo?) y de grandes decepciones (todos hablan ahora de la «gran actuación» de Kershaw con dos días de descanso, pero es el mismo lanzador que dejó escapar dos ventajas importantes, de 4-0 y 7-4, en el quinto juego). Cuando en 1988 los Dodgers, dirigidos por Tom Lasorda, ganaron el título de seguro los fanáticos, en ese momento, nunca imaginaron que tendrían que esperar al menos 30 años más para celebrar otro campeonato. Para 2018, los Dodgers llegan con muchas dudas y una certeza: no ofrecerán ni un dólar para conservar a Darvish en la rotación.
Del lado de Houston, es difícil imaginar a un pelotero más feliz que el boricua Carlos Beltrán. Después de 20 años en las Mayores logró su primer anillo. El mejor final posible en el deporte activo para un gran jugador que deberá ser exaltado al Salón de la Fama, en Cooperstown.