El béisbol cada vez tiene menos posibilidades de reingresar al movimiento olímpico. De seguro muchos quisiéramos que la idea anterior estuviera errada, pero al analizar las recientes presentaciones de los siete deportes que optan por una plaza en la cita estival de 2016, entonces se pudiera concluir que, entre los aspirantes, la pelota no obtuvo los resultados deseados.
En Lausana, la sede central del Comité Olímpico Internacional (COI), se vivieron jornadas intensas. Directivos y atletas de cada una de las siete modalidades que desean entrar al programa oficial de competencias expusieron ante miembros de la organización las ventajas de sus especialidades. No es muy difícil determinar quiénes fueron los principales ganadores.
Los siete que pretenden entrar son la pelota y el softbol—excluidos en 2005—, el rugby, golf, squash, patinaje y kárate. Ninguno de los cinco últimos ha tenido una experiencia olímpica previa; pero este no parece ser un factor que el COI tenga en cuenta. Las explicaciones estuvieron centradas, en la mayoría de las ocasiones, en las ganancias económicas y en la reducción de los costos.
Vivimos en tiempos de crisis y nadie a escapa a ella. Los organizadores de la próxima Olimpiada, Londres 2012, enfrentan serios problemas de financiamiento; mientras el COI hace llamados permanentes a la disminución de gastos, por tanto, no sorprenden los enfoques defendidos por los siete deportes en la urbe suiza.
El procedimiento establece que en agosto el Comité Ejecutivo del COI elegirá a los dos deportes y luego, en noviembre, en la reunión donde se seleccionará a la ciudad que acogerá la cita de 2016, ambos serán sometidos a una votación entre los miembros del COI. Todos comprenden que ese conteo luce como una mera formalidad, por lo que los siete realizarán antes del octavo mes del año su mayor esfuerzo para convencer a los indecisos.
La presidencia de la Federación Internacional de béisbol (IBAF, por sus siglas en inglés), encabezada por el norteamericano Harvey Schiller, invitó a importantes ejecutivos de la Major League Baseball (MLB), en un intento por presentar un supuesto consenso de las dos organizaciones por el retorno de la pelota al olimpismo. El esfuerzo de Schiller, lamentablemente, no tuvo—aunque la IBAF, con mucha lógica, diga lo contrario—una gran acogida en Lausana.
Estos fueron los tres puntos “fuertes” y “novedosos” que introdujo Schiller: un torneo de béisbol más corto, de solo cinco días de duración, con ocho países; el compromiso de la MLB de no programar ningún juego en la fecha de discusión de las medallas ni la transmisión televisiva de desafíos que coincidan con el horario de los encuentros olímpicos, para así garantizar el máximo de cobertura mediática y la continuación por parte de la IBAF de “su posición de liderazgo entre todos los deportes en las regulaciones antidoping”.
Schiller quedó satisfecho con los “aportes”; pero, como era de esperarse, surgieron preguntas. Por ejemplo, la MLB no se ha adherido al código mundial antidopaje que exige una suspensión de dos años ante el primer resultado positivo en los atletas. En las Grandes Ligas el castigo es ridículo, apenas 50 juegos. Frente a esta contradicción, Schiller dijo: “El hecho es que la MLB ha tomado una fuerte posición contra las drogas. Ahora ellos comprueban a cada atleta.”
¿A esto llama el presidente “fuerte oposición”? Los más recientes escándalos protagonizados por estrellas de las Mayores como Alex Rodríguez, Manny Ramírez y Sammy Sosa afectan notablemente la credibilidad del béisbol. A menos de dos meses de la elección, no son buenas noticias.
Un segundo tema muy polémico: la asistencia de los jugadores de la MLB al torneo olímpico. Un repaso a los argumentos esgrimidos en 2005, cuando el béisbol quedó excluido del programa olímpico, es suficiente para comprender que el desinterés de la MLB fue fundamental en el resultado de la votación.
Ahora, en Lausana, los directivos de la MLB—entre ellos Donald Fehr, presidente de la poderosa Asociación de Peloteros—mantuvieron un discurso poco convincente.
Las declaraciones de Fehr abrieron más interrogantes en los integrantes del COI que escucharon las explicaciones de la IBAF. El directivo expresó: “Esperamos poder presentar un plan que nos permitirá tener una cantidad importante de jugadores de primer nivel, comparable a las de otros deportes que están en actividad durante los Juegos.”
El problema radica en que ese plan del que habla Fehr nunca fue explicado. Schiller dejó claro que la MLB no recesará su temporada, ni siquiera por una semana porque “es un gran negocio.”
Si la MLB no logra la participación de todas sus estrellas en el Clásico Mundial, un torneo organizado por ellos mismos ¿Qué garantías puede ofrecer sobre la presencia de los “jugadores de primer nivel” en la cita de 2016? Ninguna.
De los siete aspirantes, el golf y el rugby—para siete hombres, en lugar de 11—lucen con las mayores posibilidades de ingresar al programa olímpico de 28 deportes. Ambas son organizaciones con un excelente estado financiero—si es que este existe en medio de la crisis— y, además, cuentan con el interés de los principales atletas quienes enviaron declaraciones y vídeos a la reunión en apoyo a sus modalidades.
Muchos consideran que “la elección ya está decidida”; otros creen que todavía los siete tienen posibilidades. El encuentro en Lausana no mostró señales definitivas; pero, a pesar del optimismo del presidente de la IBAF, el sueño olímpico del béisbol parece que tendrá que esperar, por lo menos, cuatro años más.
Publicado en Cubasí
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