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El muro dorado de Capablanca

El ambiente en el antiguo Club argentino de ajedrez era muy tenso. El retador no podía permanecer tranquilo en su asiento y todos esperaban por la llegada del hasta entonces titular mundial; pero este, quizás para prolongar un poco el suspenso, no daba señales de vida. Un día antes, la trigésimo cuarta partida del match por la corona universal de ajedrez había quedado sellada en una posición muy favorable para el pretendiente.

Pocos concedían alguna oportunidad de entablar al monarca. Las puertas se abrieron una vez más y por ellas entró el árbitro principal, Carlos Querencio, quien le entregó al nervioso jugador una pequeña hoja de papel:

«Estimado Dr. Alekhine: abandono la partida. Es usted, pues, el campeón del mundo y lo felicito por su éxito. Mis cumplidos a madame Alekhine. Cordialmente suyo, J.R. Capablanca.»

La sala estalló en aplausos. Una de las mayores sorpresas de todos los tiempos era ya una realidad: el cubano José Raúl Capablanca había perdido el título mundial de ajedrez ante Alexander Alekhine.

El match de 1927, celebrado en Buenos Aires, entre Capablanca y Alekhine, es el segundo duelo más largo en la historia. Durante 75 días y 34 partidas, ambos genios establecieron una fuerte lucha sobre el tablero. Con el paso del tiempo la lucha se trasladó hasta el ámbito personal.

Mucho se ha escrito y especulado sobre el duelo bonaerense. Los seguidores de Capablanca afirman que este subestimó por completo a su rival; mientras, los defensores de Alekhine sostienen la idea de una mejor preparación y mayor capacidad del ruso nacionalizado francés.

¿Cuál de los dos bandos tiene la razón? Si se analiza el contexto histórico y las interioridades de los jugadores, se podría llegar a la conclusión que ninguna de las dos ideas luce desacertada.

José Raúl Capablanca ganó el título del mundo en 1921, al vencer con comodidad, en La Habana, a Enmanuel Lasker por cuatro triunfos a cero y diez tablas. El veterano Lasker, titular por 27 años, no era en aquel momento ni la sombra del jugador que un día fue; pero esto no le resta méritos al convincente éxito del cubano. Entre 1914 y 1924 nadie pudo derrotar a Capablanca y sus diez años invictos constituye un récord muy difícil de superar.

Luego del triunfo en La Habana, varios jugadores desafiaron a Capablanca. Por décadas el campeón vigente pudo elegir a su retador y para ello le imponía las condiciones de juego. En 1911 el cubano retó a Lasker a un match.  El alemán, además del dinero, exigió el cumplimiento de algunas cláusulas que claramente lo beneficiaban y Capablanca no estuvo de acuerdo. El match se pospuso hasta 1921.

Con el título del orbe en su poder, Capablanca elevó la parada y demandó una bolsa inicial de diez mil dólares. Para la época esa era una cifra exorbitante. Rubinstein y Nimzowitsch quisieron jugar contra el cubano y no pudieron acercarse a la cantidad requerida. En el mundo del ajedrez, los requisitos impuestos por Capablanca fueron considerados como el “muro dorado del cubano”.

Alexander Alekhine fue uno de estos ajedrecistas obsesionados con disputarle la corona a Capablanca. En 1926, y para el asombro de muchos, un grupo de empresarios argentinos, apoyados por el presidente del país, otorgaron los diez mil dólares, con la única condición de que el duelo se produjera allí. El match parecía arreglado; sin embargo, el cubano tuvo entonces otra demanda: si Alekhine deseaba ser el retador, tenía que jugar un torneo en Nueva York. El vencedor del aquel evento se enfrentaría a Capablanca por el título. Alekhine reacción con furia y la antipatía entre los dos jugadores se hizo cada vez más evidente.

En la ciudad norteamericana Capablanca dominó con facilidad a los mejores jugadores que él seleccionó para que participaran. En las veinte partidas, Capablanca totalizó 14 puntos, incluyendo una victoria sobre Alekhine quien finalizó en la segunda plaza, con 11,5 puntos. Detrás se ubicaron Aaron Nimzowitsch, 10,5; Milan Vidmar, 10; Rudolf Spielmann, 8 y cerró la tabla Frank Marshall con apenas 6.

Paradójicamente, historiadores y fanáticos consideran que el amplio triunfo de Capablanca en Nueva York fue una de las causas principales de su derrota posterior. Quizás el cubano se creyó demasiado superior al resto, en especial a Alekhine, y en lugar de prepararse para el match, dedicó su tiempo a otras actividades. Mientras el francés empleó los últimos meses antes del enfrentamiento a estudiar el juego de Capablanca y las aperturas, junto al futuro campeón holandés Max Euwe, el cubano estuvo por Brasil, de vacaciones.

Los días de fiesta le salieron muy caros a Capablanca. El match se inició en septiembre de 1927, en Buenos Aires, y Alekhine, con negras, venció en la primera partida. El cubano lució mal; luego se repuso y consiguió dos victorias en el tercer y séptimo encuentro. Con el marcador dos a uno a su favor, Capablanca cometió varios errores en la oncena partida y Alekhine empató el duelo. Un día después, se repitió la historia.

Después de esas dos decisiones, se produjeron ocho empates consecutivos y Capablanca le solicitó a su retador considerar la anulación del match; pero Alekhine había sufrido mucho para conseguir el duelo y siguió adelante. Como dato curioso, además de los problemas sobre el tablero de ajedrez, el retador también tuvo dificultades con sus dientes y durante los casi tres meses, los doctores le extrajeron seis muelas.

El éxito en la partida 21 alejó a Alekhine cuatro a dos y, entonces, reaparecieron las tablas, siete en total, hasta que Capablanca rompió la cadena con un nuevo triunfo que reavivó sus esperanzas. No por mucho tiempo. En un esfuerzo final, Alekhine venció en la trigésimo segunda y trigésimo cuarta partida y alcanzó los seis triunfos necesarios para ser considerado el ganador del match. La sorpresa se había convertido en realidad.

En la ceremonia de clausura, Capablanca le dio la mano a Alekhine en señal de reconocimiento por su triunfo. Es probable que ese haya sido el último gesto de cortesía entre los dos genios.

Después de su derrota, Capablanca se preparó mejor e intentó, en múltiples oportunidades, un nuevo duelo ante Alekhine. Pero este exigió la misma cantidad de dinero: diez mil dólares. La crisis económica desatada en los Estados Unidos en 1929 repercutió en todo el mundo y Capablanca no pudo llegar a la cantidad necesaria. Sin embargo, el dinero no fue un obstáculo para que Alekhine aceptara dos enfrentamientos ante un rival a todas luces inferior, Efim Bogoljubov, a quien derrotó  en 1929 y, luego, cuatro años después.

Los encontronazos entre Capablanca y Alekhine continuaron. Durante el torneo de Nottingham, en 1936, no se dieron la mano antes del inicio, como es usual en todas las partidas. Además, ninguno de los dos estuvo sentado frente al otro. Capablanca hacía su jugada y se retiraba de la mesa. Alekhine repetía la misma operación. Al final, Capablanca ganó esa partida.

Durante la premiación a los ajedrecistas con mejores resultados de la Olimpiada de Buenos Aires, en 1939, y mientras el público aplaudía a Capablanca por su brillante demostración como primer tablero del equipo cubano, Alekhine salió molesto de la sala.

La antipatía se mantuvo hasta el final de sus días. Capablanca murió el 7 de marzo de 1942 y aunque no se habían hablado por más 15 años, Alekhine escribió unas últimas palabras de elogio para el juego del genial cubano: «ha muerto el más grande ajedrecista de todos los tiempos. Jamás volverá a nacer uno igual».

Publicado en mi columna de crónicas en Habana Radio

6 comentarios

    • micolumnadeportiva

      Saludos Vanesa: La foto por supuesto que no está trucada, solo que en lugar de decir match de 1927, aparece 1939, lo cual ya fue corregido, así que le agradezco el comentario. El match por el título del mundo entre Capablanca y Alekhine se efectuó en Buenos Aires. Doce años después, en lo que fue el último torneo de gran importancia del genial cubano, este regresó a la capital argentina y allí, como primer tablero de la selección nacional, ganó la medalla de oro al culminar invicto con siete triunfos y nueve tablas. Alekhine y Capablanca se enfrentaron por última ocasión en el torneo de Nottingham, 1936. En una de las partidas más comentadas de la historia de Capablanca, el cubano derrotó al ruso nacionalizado francés.

  • red

    no. la ultima vez que se enfrentaron Alekhine y Capablanca fue en el Torneo de Avro en 1938, con una partida tablas y la otra con triunfo de Alekhine.

    • micolumnadeportiva

      Saludos y gracias por comentar en mi blog. Tiene razón en lo que plantea, en alusión a una respuesta mía a un comentario anterior, de Vanesa. En Holanda, en el A.V.R.O, en 1938, se enfrentaron en 2 oportunidades y con blancas Alekhine venció al cubano que jugó muy mal en ese evento. De cualquier manera, el resultado histórico en el «match particular» favoreció a Capablanca, por +9 – 7 = 33.

    • Saludos Ricardo, tiene razón. El 7 de marzo de 1942, Capablanca se encontraba en el Club de Ajedrez de Manhattan en Nueva York. De repente, se puso en pie y apenas pudo decir: «Ayúdenme a quitarme el abrigo.» Luego se desmayó y fue trasladado al hospital Monte Sinaí. Allí llegó en estado de coma, pero su muerte ocurrió a las 5:30 de la mañana del 8 de marzo.

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