El hecho de ganar de manera tan convincente su quinto match por el título mundial de ajedrez, aumentar su ya enorme ventaja en la cima del ranking mundial de la FIDE y tener éxito comercial con Play Magnus tiene consecuencias inmediatas. Magnus Carlsen dejó entrever en un podcast que si su próximo retador no es el ahora francés Alireza Firouzja sencillamente abdicará su corona. ¿Otro cisma en el ajedrez? Quizás, aunque no con las mismas consecuencias que el producido por Garry Kasparov, en 1993.
Las declaraciones de Carlsen, poco después de barrer a Nepo, han provocado una enorme polémica. El noruego alega falta de motivación. Me imagino que esto no haya caído nada bien entre los Grandes Maestros de la súper elite. A nadie le gusta sentirse subvalorado; pero considero que ninguno alzaría la voz contra Carlsen. Caruana perdió contra él en 2018, mientras, Ding Liren dejó escapar su oportunidad, en el Torneo de Candidatos que comenzó en 2020 y terminó en 2021.
Entonces, creo que desde la FIDE para abajo todos cruzan los dedos para que el genio iraní-francés gane el Torneo de Candidatos 2022 y esto lo sitúe, tablero por medio, contra Carlsen. Pero… ¿y si no sucediera esto? Ya sabemos que este tipo de certámenes puede ser impredecible. Para cualquier duda, consultar a Nepo o Vachier-Lagrave.
Si Firouzja no ganara, el escenario previsible es que Carlsen renunciará al título. Entonces, la FIDE organizaría un match entre el ganador del Candidatos y el ocupante del segundo lugar. De ahí saldría un “campeón”; pero quedaría claro que ese “campeón” no sería el mejor ajedrecista del mundo. En 1993, Kasparov formó la Asociación de ajedrecistas profesionales como protesta por el terrible manejo de la FIDE. Durante 13 años, el mundo tuvo dos campeones. Tal vez ahora, en 2023, solo haya uno; pero con igual problema de credibilidad.