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Historia del béisbol en Juegos Olímpicos: EE.UU. rompió la hegemonía cubana en Sídney 2000

El béisbol en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 tuvo dos grandes novedades: debutaron los peloteros los profesionales y apareció el bate de madera. Todo esto provocó que, a diferencia de los otros certámenes olímpicos, en este se anotaran muchísimas menos carreras.

La selección cubana fue dirigida por Serbio Borges, un hombre que había sido muy exitoso como director desde finales de los años sesenta, hasta principios de los ochenta, del siglo pasado; pero que llevaba una década sin dirigir en Cuba.

La nómina cubana parecía fuerte, con Ariel Pestano como receptor regular, aunque alternó con Juan Manrique; Orestes Kindelán volvió a defender la primera base, junto a Antonio Scull; Antonio Pacheco compartió la segunda con Oscar Macías; Germán Mesa defendió el campo corto con Danel Castro; mientras Omar Linares jugó los nueve desafíos en la tercera almohadilla.

En los jardines hubo cambios que realmente fueron criticados. Por ejemplo, el camagüeyano Luis Ulacia estuvo en el izquierdo; el pinareño Yobal Dueñas, quien por lo general en la Serie Nacional jugaba como segunda base, estuvo en Sídney como jardinero central, una posición que también defendió Yasser Gómez. Por último, el jardinero derecho fue Miguel Caldés.

Si en Atlanta la ofensiva cubana destrozó a todos los lanzadores rivales, en Sídney ocurrió todo lo contrario. Por ejemplo, en la misma cantidad de desafíos, 9, en total solo hubo 6 vuelacercas. El descenso fue apreciable y esto se debió a que los equipos presentaban a lanzadores de más experiencia y calidad.

Al igual que en las dos versiones anteriores, en Sídney participaron ocho equipos y ni siquiera Cuba, que había obtenido dos coronas, tuvo asegurada su presencia.

La clasificación de la selección nacional se logró en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, en 1999, en aquel recordado desafío ante Canadá, en la semifinal, en el que Omar Linares conectó un jonrón que impulsó las tres carreras decisivas.

RESULTADOS DEL BÉISBOL CUBANO EN SÍDNEY 2000

En la etapa clasificatoria de Sídney, Cuba concluyó con balance de 6 triunfos y una derrota. La paridad quedó demostrada en los cerrados marcadores; además, los cubanos solo propinaron un K.O. al equipo más débil, Sudáfrica. Estados Unidos y Japón llevaron a selecciones muy competitivas. Los norteños no utilizaron a jugadores de Grandes Ligas, pero incluyeron en la nómina, dirigida por el veterano Tom Lasorda, a jóvenes talentos de AAA y a otros peloteros que sí habían pasado, con anterioridad, por las Mayores.

No obstante, Cuba salió bien de la clasificatoria, con triunfos sobre Estados Unidos, por 6 carreras a 1 y frente a Japón, 6 por 2. Quizás el partido más complicado de todos haya sido contra Corea del Sur, porque los cubanos estuvieron debajo en la pizarra 4 por 0; pero vino una fuerte reacción, en el sexto inning, donde marcaron cinco anotaciones y luego decidieron en el octavo.

En el último partido, los cubanos chocaron contra Holanda. Ya habían asegurado el primer lugar de la fase; aunque nadie esperaba una derrota. Los holandeses sorprendieron a todos cuando explotaron a Norge Luis Vera en el tercer inning. Allí anotaron en cuatro ocasiones y esto fue suficiente para el abridor Ken Brauckmiller quien no permitió libertades a una alineación que solo conectó 7 jits. De esta manera cayó el invicto de Cuba en Juegos Olímpicos. La derrota de seguro molestó, pero fue intrascendente.

El 26 de septiembre de 2000, Cuba y Japón protagonizaron una de las semifinales. En la otra, Estados Unidos derrotó a Corea del Sur y garantizó, por primera vez, un puesto en la final. Contra los nipones, el director Serbio Borges colocó en el montículo al pinareño José Ariel Contreras quien se presentó en una tarde perfecta, aunque era de madrugada en Cuba, por la diferencia de horarios. Los asiáticos no pudieron anotar en las nueve entradas; mientras Orestes Kindelán, con dos oportunos imparables, impulsó las tres carreras del equipo.

Con este triunfo, el campeón avanzó a su tercera final consecutiva. Un día después del éxito contra Japón, el 27 de septiembre, cubanos y norteños saltaron al terreno del Parque Olímpico de Sídney para discutir el título. Sorpresivamente Borges le entregó la pelota al pinareño Pedro Luis Lazo quien había sido relevista en otras dos apariciones en la ciudad australiana. Esta improvisación costó cara, porque los norteamericanos explotaron en el segundo inning a Lazo, al que le conectaron tres jits, incluido un jonrón del tercer bate, Mike Neill.

Luego José Ibar, como relevista, aguantó un poco; pero en el quinto capítulo permitió tres anotaciones que pesaron muchísimo, sobre todo porque el lanzador rival, el derecho Ben Sheets, fue casi perfecto. En ese momento Sheets era un prometedor pitcher, de AAA, que sobrepasaba las noventa millas con su recta; aunque su principal fortaleza era el control y los lanzamientos de rompimiento.

Con esas armas, Ben Sheets dominó, inning tras inning, a la ofensiva cubana que fue incapaz de embasarse y en los nueve innings apenas recibió tres jits, con 5 ponches, sin bases por bolas. El marcador final adverso de 4 por 0 fue la peor noticia para el deporte cubano en los Juegos Olímpicos de Sídney.

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