Olviden el resultado. Poco importa que, sobre la cancha del estadio Doroteo Guamuch, Luis Martínez haya marcado el único gol que le permitió a Guatemala comenzar con victoria su camino rumbo al Mundial de Catar 2022. En realidad, el gran ganador de esta histórica jornada fue el fútbol cubano. Perdió en el terreno, pero logró un triunfo que podría cambiar el panorama del deporte cubano. Como sucede en la jurisprudencia, el hecho marcó un precedente.
La convocatoria de los “legionarios”, es decir, futbolistas que salieron del país, por su cuenta, a buscar un destino, mejor o peor, pero su destino, podría ser la grieta en el iceberg que posibilitaría un deshielo largamente esperado. Ya sabemos que la relación entre las autoridades del deporte cubano (y no solo del deporte) con los atletas que siguen sus carreras en el extranjero ha sido muy polémica. Todos han perdido detrás de la tozudez; pero creo que, aunque sea demasiado tarde en no pocos casos, sí vale aquello de que “mejor tarde, que nunca”.
La selección nacional de fútbol de Cuba muy probablemente ni se acerque a avanzar en su grupo eliminatorio de Concacaf. Pero sentó un precedente. No importa dónde residas, ni cuán grande o pequeña sea tu cuenta bancaria, ni se hables el español con la “z” o tu spanglish incluya o no “asere” (con s, aunque la Real Academia nos diga otra cosa), si quieres jugar por tu país y tienes el talento, nadie debe impedirte eso. Ahora es el momento de buscar consensos y uniones. Sueño, como muchos, con ver equipos donde lo único que importe sea la calidad del atleta. Ya sé que sueño, pero como cantó el “Gnomo” Carlos Varela, siempre de negro, esos “pequeños sueños ayudan a vivir”.