Roberto “Bobby” Maduro fue uno de los mayores promotores que tuvo el béisbol cubano, durante las décadas del cuarenta y cincuenta del siglo pasado. Maduro estuvo vinculado a varios momentos inolvidables de la pelota nacional, como la construcción del Gran Stadium del Cerro, en 1946, y la formación de los Cuban Sugar Kings que jugaron en la Liga Internacional Clase AAA.
Para comprender la complicada vida de Bobby Maduro trabajé con varias fuentes de información, entre las que aparece el libro “La gloria de Cuba”, de Roberto González, así como un artículo, escrito por Rosy Costello, que fue publicado en el sitio web de la Sociedad para la investigación del béisbol americano.
Roberto Maduro de Lima nació el 27 de junio, en 1916, en La Habana y su familia, de origen judío, realmente tenía mucho dinero, por diversos negocios, desde la producción azucarera hasta la propiedad de una línea de ómnibus. Esto le permitió a Bobby estudiar en Estados Unidos, primero para culminar el preuniversitario, en Carolina del Norte y, luego, en 1934, entró en la Universidad Cornell, en la carrera de ingeniería; aunque no llegó a terminarla.
En su juventud, como sucedía con casi todos los jóvenes de las familias ricas, Maduro se inscribió en uno de los clubes más famosos y aristocráticos, el Vedado Tennis Club. Allí, Bobby jugó béisbol amateur, como primera base del equipo de ese club, llamado “Los Marqueses del Vedado”.
Los artículos citados no identifican el momento en que Maduro abandonó la práctica de la pelota; pero sí queda claro cuándo fue que el empresario entró al mundo de los negocios en el deporte de las bolas y los strikes. Hagamos un poco de historia para entender el contexto en que se produce ese arribo.
De La Tropical al Gran Stadium del Cerro, un cambio para el béisbol cubano
En 1930, con motivo de la celebración de la segunda versión de los Juegos Centroamericanos, se construyó en La Habana el estadio Cerveza Tropical que acogió, desde esa fecha, los partidos de la Liga profesional cubana y también sirvió como sede a cinco ediciones de la Serie Mundial Amateur, entre 1939 y 1943.
La hegemonía del estadio La Tropical parecía segura; sin embargo, en octubre de 1946 finalmente concluyó la construcción de una nueva y más moderna instalación: el Gran Stadium del Cerro. El dinero de Bobby Maduro, junto al de su amigo Miguelito Suárez y Emilio de Armas estuvo detrás de la corporación que financió ese enorme proyecto que tuvo un costo de casi 2 millones de pesos, una cifra que representaba una enorme fortuna para ese tiempo.
Las cuatro selecciones que intervenían Liga profesional cubana optaron por jugar en el Gran Stadium del Cerro. Las razones, como se podrán imaginar, fueron económicas: la moderna instalación podía acoger hasta 30 mil fanáticos, por 15 mil La Tropical. El movimiento provocó un enorme enfado en el multimillonario Julio Blanco, propietario de La Tropical, quien decidió crear la Liga de la Federación. Aquel fue un torneo paralelo a la Liga profesional cubana, también con cuatro equipos, con los mismos colores en el uniforme, aunque no utilizaban los mismos nombres, por problemas legales. Esta Liga logró firmar a algunos peloteros importantes; pero la gran mayoría se mantuvo con sus selecciones originales en la Liga profesional.
La vida de la Liga de la Federación fue corta y el triunfante Gran Stadium del Cerro se convirtió en el principal recinto deportivo en La Habana. El interés de Bobby Maduro por los negocios vinculados con el béisbol lo llevó a convertirse, antes del comienzo de la temporada de 1949-1950, en copropietario de los Elefantes de Cienfuegos, junto a Emilio de Armas y otro millonario, Luis Parga, quien era el dueño de la empresa de venta de productos deportivos, conocida como “Casa Tarin”.
Los Reyes Cubanos del Azúcar, un paso más y llegamos
Los negocios continuaron creciendo y, en mayo de 1953, Bobby Maduro pasó a ser el dueño mayoritario de los Havana Cubans, un equipo que participaba en la Liga Internacional de la Florida. Por esta operación, Maduro pagó 40 mil dólares a Clark Griffith, propietario de los Senadores de Washington, en las Grandes Ligas; pero Bobby tenía mayores aspiraciones y su siguiente paso fue todavía más atrevido: logró el control económico sobre una selección que participaba en la Liga Internacional Clase AAA y luego la trasladó hacia La Habana. Así nacieron los Cuban Sugar Kings o los Reyes Cubanos del Azúcar.
La idea de Maduro, al colocar en la capital cubana a una franquicia de AAA, era, en un futuro quizás no tan lejano, convertir a esa selección en una franquicia de Grandes Ligas. El eslogan utilizado por los Cuban Sugar Kings ilustra perfectamente ese plan: “Un paso más y llegamos”.
La influencia y, lógicamente, el dinero de Bobby Maduro posibilitaron, en 1954, el viaje a La Habana de los Gigantes de Yomiuri, el primer equipo japonés que vino a Cuba. Por esa fecha los artículos que consulté para esta Leyenda señalaron que Maduro vendió a los Elefantes de Cienfuegos, probablemente con el objetivo de concentrar todos sus esfuerzos en el desarrollo de los Sugar Kings.
En agosto de 1954 se concretó un acuerdo entre los Sugar Kings y los Rojos de Cincinnati, de la Liga Nacional. De esta manera, los Reyes Cubanos del Azúcar prácticamente se convirtieron en una sucursal de los Rojos. Además, el acuerdo también abrió las puertas para que varios peloteros cubanos militaran, en los años siguientes, en las filas de Cincinnati, entre ellos estuvo Tony Pérez quien es Miembro del Salón de la Fama, en Cooperstown.
El momento más memorable para los Cuban Sugar Kings ocurrió en la temporada de 1959. Un año antes, ese equipo había finalizado en la última posición de la Liga, pero en la temporada de 1959 lograron el tercer puesto, con récord de 80 triunfos y 73 fracasos. Esto los puso en los playoff, donde vencieron primero a Columbus y luego a Richmond, por lo que ganaron el derecho de disputar la Pequeña Serie Mundial, contra los Minneapolis Millers, en un playoff al mejor de siete juegos. Esta era una Serie donde se enfrentaba el campeón de la Liga Internacional, que en 1959, como les comenté, fue la selección de los Cuban Sugar Kings, contra el ganador de la Asociación Americana, otro torneo también de categoría AAA.
La Pequeña Serie Mundial de béisbol, en 1959, fue espectacular y terminó con el triunfo de los Sugar Kings, en el final del noveno inning, del séptimo encuentro, desarrollado en el Gran Stadium del Cerro. La victoria provocó una gran celebración en toda la capital, pues aunque en el equipo militaban varios peloteros estadounidenses, los fanáticos cubanos realmente lo sentían como una selección local.
La historia de los Cuban Sugar Kings no concluyó de la mejor manera. El 8 de julio de 1960, Maduro expresó su decisión de mantener a su equipo en La Habana, aunque las autoridades de la Liga Internacional tenían otra idea, en un momento en que había escalado el tono ofensivo y las acciones de Washington sobre el joven gobierno revolucionario. El 9 de julio, la Liga Internacional, a través de su presidente, Frank Shaughnessy, anunció el movimiento de los Sugar Kings hacia Jersey City para, supuestamente, “proteger a los jugadores”. De acuerdo con Maduro, este fue un gran error, porque el béisbol establecía un fuerte vínculo entre los dos pueblos.
Strike tres para un gran promotor del béisbol cubano
En 1961 Bobby Maduro salir definitivamente hacia Estados Unidos. Allí se mantuvo vinculado al béisbol, como propietario primero de los Jacksonville Suns, que también jugaban en la Liga Internacional y, luego, como Director de la Oficina de Relaciones Interamericanas de las Grandes Ligas, donde trabajó como “coordinador entre las ligas profesionales latinoamericanas y el béisbol organizado estadounidense”. En octubre de 1986, poco después de cumplir 70 años, un tumor cerebral inoperable terminó con la vida de un hombre que, junto a Abel Linares, puede ser considerado como uno de los empresarios más reconocidos en la historia del béisbol cubano.