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Los atletas del Caribe que se convirtieron en leyendas de los Juegos Panamericanos

El Caribe ocupa un lugar central en la historia de los Juegos Panamericanos. En las 17 ediciones celebradas hasta el momento siempre ha habido presencia de, al menos, un representante de esta región; además, tres ciudades caribeñas—San Juan, La Habana y Santo Domingo— han acogido al principal evento multideportivo del continente y Cuba tuvo el honor de ocupar, en 1991, el primer lugar en la tabla de posiciones.

A lo largo de casi siete décadas no son pocos los atletas que han protagonizado grandes hazañas en los Panamericanos, algunas muy recordadas, mientras otras han caído en un lamentable olvido.

La primera leyenda del Caribe en los Juegos Panamericanos fue el velocista cubano Rafael Fortún. En la cita inaugural, en Buenos Aires, en 1951, este formidable corredor, que en esa fecha tenía 32 años, conquistó dos títulos y una medalla de plata.

Leyendas de los Juegos Panamericanos

En la final de los 100 metros planos, Fortún y el estadounidense Arthur Bragg sostuvieron un duelo tan reñido que los dos completaron la distancia en el mismo tiempo, 10,6 segundos. Los jueces tuvieron que recurrir a un incipiente fotofinish para determinar que el cubano había cruzado primero la meta. En los 200 metros otra vez triunfó Fortún, por una sola centésima.

Fortún tuvo fuerzas para unirse a la cuarteta cubana de 4 x 100 metros que terminó en segundo lugar, por detrás de los estadounidenses. El regreso a su país fue el peor posible, porque en esa fecha era empleado del Ministerio de Obras Públicas y los directivos no pudieron perdonarle los días de ausencia al trabajo, por su participación en los Panamericanos y decidieron despedirlo.

La presión popular hizo recapacitar a los ejecutivos que le devolvieron el empleo a Fortún; pero, de cualquier forma, ese hecho siempre será recordado como una de las acciones más absurdas contra un deportista cubano.

Mike Agostini, el gran velocista de Trinidad

En 1955, Agostini logró la medalla de plata en los 100 y 200 metros planos. En ambas carreras perdió ante el estadounidense Rodney Richard. Cuatro años más tarde, en Chicago, alcanzó otras tres preseas: plata nuevamente en los 100 metros y bronce en los 200 y el relevo de 4×100 metros, en el que compitió en el equipo de la Federación de las Indias Orientales.

La velocidad ha sido una de las especialidades en la que más han brillado los atletas caribeños. En las citas de Ciudad México, 1955 y Chicago, 1959 sobresalió el corredor trinitario Mike Agostini, quien subió al podio de premiaciones en cinco oportunidades y es el deportista de Trinidad y Tobago con más preseas en Juegos Panamericanos.¡

La pareja de hermanos más exitosa en el atletismo panamericano de seguro es la de los gemelos Malcolm y Melville “Mel” Spence, de Jamaica. En la edición de México, en 1955, Mel formó parte del relevo de 4×400 metros de su país, que concluyó en la segunda posición, por detrás de Estados Unidos.

Luego, en Chicago, Mel se unió a su hermano Malcom en la cuarteta de 4×400 de la Federación de las Indias Orientales que conquistó el título, con tiempo de 3:05.03.

En los siguientes Juegos, en Sao Paulo, en 1963, los hermanos también corrieron en ese relevo, en representación de su país, y conquistaron el bronce. Además, ellos subieron al podio en competencias individuales. Malcom obtuvo el bronce, en los 400 metros planos de la cita de Chicago; mientras, Mel fue medallista de plata, en la misma distancia, en 1963. En total, los gemelos ganaron cinco preseas en los tres Juegos en que compitieron.

El ciclista caribeño más exitoso de todos los tiempos en los Panamericanos sin dudas ha sido el trinitario Roger Gibbon. En los Juegos de Sao Paulo, con solo 19 años, ganó la velocidad, con tiempo de 12,4 segundos y, en esa misma cita, finalizó segundo en el kilómetro contra reloj, por detrás del argentino Carlos Vázquez. Después, en Winnipeg, en 1967, Gibbon subió a lo más alto del podio en otras dos ocasiones: triunfó nuevamente en la velocidad y cambió la plata por el oro en el kilómetro contra reloj.

Veinte años después de la hazaña de Fortún, un formidable velocista jamaiquino, Donald Quarrie, entró en el libro de récords de los Juegos Panamericanos, al obtener tres títulos en Cali, en 1971. En aquellos Juegos, Quarrie ganó los 100 metros planos, con tiempo de 10,2 segundos; luego, asombró a todos con sus 19,86 segundos en los 200 metros, una marca que estuvo vigente por 44 años, hasta Toronto, en 2015, cuando el jamaiquino Rasheed Dwyer corrió la distancia en 19,80 segundos.

Para cerrar su brillante actuación en la urbe colombiana, Quarrie formó parte de la cuarteta de su país que venció en el relevo de 4×100 metros, con registro de 39,2 segundos. Hoy, a sus 68 años, Quarrie, quien también compitió en cinco Juegos Olímpicos y ganó cuatro medallas en las citas estivales, sigue siendo considerado una leyenda en su país y no es casualidad que hayan erigido una estatua suya en la entrada del Estadio Nacional.

Donald Quarrie
Donald Quarrie es una de las grandes leyendas del atletismo jamaicano.

Anthony Nesty, el gran nadador surinamés

Los atletas caribeños también han dejado una impronta en las piscinas y el ejemplo más fehaciente es el del surinamés Anthony Nesty. Este exitoso nadador, quien ganó la única medalla de su país en los Juegos Olímpicos, en la cita de Seúl, en 1988, debutó en los Panamericanos en 1983, con solo 16 años.

En Caracas no pudo subir al podio, pero, cuatro años después, en Indianápolis, sus actuaciones fueron sensacionales. En los 100 metros mariposa, Nesty impuso récord para los Juegos, en ese momento, con tiempo de 53,89 segundos; mientras, en los 200 metros del mismo estilo concluyó tercero, por detrás de los estadounidenses Bill Stapleton y Jayme Taylor.

Nesty fue considerado el principal favorito para las dos distancias en los Juegos de La Habana, en 1991. En los 100 metros mariposa conquistó nuevamente la corona, con otro récord, ahora de 53,45 segundos; pero, en los 200 metros, no pudo superar al estadounidense Mark Dean y finalizó con la presea de plata.

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