El ajedrez es como cualquier otro deporte: los jugadores en activo en muy pocas ocasiones sobrepasan los 45 años. El desgaste mental es extraordinario y llega el momento en que el ajedrecista comprende, como le sucede a un pelotero, un basquetbolista o corredor, que ya no puede responder de la misma manera. Su mente no puede procesar a la misma velocidad, pasa por alto jugadas que, diez años atrás, hubiera encontrado fácilmente y comienza a faltarle la inspiración para seguir adelante. Algo parecido a esto le ha sucedido al ruso Vladimir Kramnik, uno de los jugadores más influyentes de las últimas dos décadas, quien decidió que, a sus 43 años, era el momento indicado para abandonar la práctica del llamado ajedrez clásico.
El ruso tuvo un palmarés impresionante: ganó al menos en una ocasión la inmensa mayoría de los grandes torneos (muchos de los cuales desaparecieron ya), como Dos Hermanas, Horgen, Tilburg Tata Steel Chess, Linares, el Memorial Tal, Melody Amber, Dortmund (en 10 oportunidades) y Londres.
En 2000, cuando todavía persistía el cisma en el ajedrez, Kramnik se convirtió en el segundo jugador que pudo superar a Garry Kasparov en un match por la corona. En el duelo por el título de la Asociación de Ajedrecistas Profesionales, el ruso venció al “Ogro de Bakú”, por 2 a 0 y 10 tablas. Luego defendió con éxito su corona ante el húngaro Peter Leko (2004) y venció, en las partidas rápidas, al búlgaro Veselin Topalov, en 2006, en un duelo que siempre recordaremos porque marcó la reunificación de la corona del ajedrez y también por las acusaciones de Topalov contra Kramnik, por supuestas trampas…en las continuas visitas del ruso al baño.
Desde los 16 años Kramnik integró el equipo ruso en las Olimpiadas. Sus resultados en la principal competencia por equipos del ajedrez fueron extraordinarios: ganó cuatro títulos colectivos, dos medallas de plata y dos de bronce y obtuvo cuatro preseas individuales. Su balance de +36 =50 -4 nos muestra claramente que fue un jugador dominante en las Olimpiadas.
Su retiro conmocionó al universo ajedrecístico. En la más reciente edición de Wijk aan Zee estuvo muy mal, a tal punto que concluyó en la última posición, con apenas 4,5 puntos de 13 posibles. Entonces, el 14to campeón del mundo decidió que había llegado la hora del adiós.
“Mi carrera como ajedrecística ha sido una experiencia magnífica y estoy muy agradecido por todo lo que he podido vivir en ese deporte. A veces ha sido más duro de lo esperado y en otras ocasiones he tenido más éxito de lo soñado. Desde luego, siempre y sin restricciones, ha sido una experiencia humana extraordinaria en todos los aspectos. Siempre he procurado dar lo mejor de mí siempre me he dedicado al ajedrez con toda mi pasión. En entrevistas anteriores ya les había comentado que algún día me gustaría dedicarme a otra cosa que no fuese el ajedrez. Y como mi motivación como jugador de ajedrez ha disminuido a lo largo esos últimos meses atrás, éste me parece el momento apropiado para dar el paso. Me gustaría dedicarme a unos proyectos que he comenzado a desarrollar en los últimos tiempos, con un foco especial al ajedrez de niños y la enseñanza respectiva. Dentro de poco les comunicaré más detalles a ese respeto”, reconoció Kramnik en un comunicado de prensa.
No pocos de sus colegas expresaron pesar por el retiro y reconocieron que se iba una leyenda del juego ciencia. El indio Viswanathan Anand expresó en Twitter que Vlady había sido de los ajedrecistas más influyentes de la historia y que su rivalidad fue una constante inspiración.
Entre todos los mensajes de despedida, me quedo con el del armenio Levon Aronian quien aseveró, también en Twitter, que Kramnik “dejaba un increíble legado. Casi todas las líneas de aperturas jugadas en los últimos 25 años tuvieron su huella. ¡Gracias Maestro!