Tom Brady ha derrotado a casi todos los equipos de la NFL (menos a sí mismo, es decir, a los Patriotas). En su palmarés aparecen cinco anillos de campeón de Súper Bowl y tres premios como Jugador Más Valioso; pero el mariscal de campo parece estar perdiendo la batalla contra el tiempo. A sus 41 años, su cuerpo que ha recibido y aguantado tantos golpes a lo largo de una extensa carrera de 19 campañas, necesita realizar más bicicleta estática, en su gimnasio privado, para soportar los rigores de una liga que, aunque parezca ahora más “suave” en defensa, en realidad sigue siendo muy ruda.
El egresado de Michigan es famoso por sus métodos de entrenamiento. Una dieta estoica, combinada con ejercicios en cintas de correr y bicicletas elípticas, le han permitido moldear un cuerpo capaz de soportar los embistes de los linebackers más poderosos de la NFL. Dos años atrás, tras vencer de manera espectacular a los Falcons de Atlanta, en el Súper Bowl LI, declaró que pensaba jugar cuatro o cinco temporadas más. Esta idea, en boca de otro jugador, quizás hubiera provocado risas, pero todos le creímos a Brady. En 2018, los Patriotas de Nueva Inglaterra llegaron nuevamente al partido final; sin embargo, el veterano mariscal de campo no pudo hacer lo que él mismo convirtió en su propia marca: elaborar una serie ofensiva definitoria, en los minutos finales. Esta vez falló, de la peor manera posible, con un balón suelto en el cierre que selló la victoria de las Águilas de Filadelfia. Tal vez esta jugada haya marcado el comienzo del fin.
En la actual temporada de la NFL, los Patriotas parecen encaminados a ganar, nuevamente, el Este de la Conferencia Americana, sin demasiados problemas, ante la mediocridad imperante en esa división. El puesto en los playoff, por tanto, está garantizado; aunque como Nueva Inglaterra marcha en la tercera posición, por detrás de los Jefes y Acereros, es muy probable que tenga que jugar el partido de comodines, por primera vez desde 2009. En realidad, lo que preocupa es el pobre juego colectivo, en especial de su líder, Brady. El mariscal muestra sus peores números desde 2013: solo 17 pases para touchdown, contra siete intercepciones y un rating de 94.7.
¿Qué puede haber influido en esto? Brady ha negado reiteradamente que sus problemas sean físicos y defendió que el movimiento de sus pies no era tan lento. “Estudio mi mecánica todos los días y siento que se ve normal”, aseveró; sin embargo, lo visto en las últimas jornadas contradice la enorme confianza que tiene en sí mismo Brady. Otro problema que ha afrontado el mariscal de campo a lo largo de la campaña es que los Patriotas perdieron en la agencia libre a piezas claves de temporadas anteriores como el receptor abierto Danny Amendola, el ala cerrada Martellus Bennett, el corredor Dion Lewis y el tackle Nate Solder.
A pesar del rendimiento intermitente que lo llevará, casi seguro, al partido de comodines Nueva Inglaterra sigue siendo un rival muy peligroso. Es cierto que cada vez menos lo colocan como favorito por la Conferencia Americana para llegar al Súper Bowl y que su mariscal de campo ya no puede mostrar sobre el terreno todos los recursos que lo convirtieron en el mejor de todos los tiempos; pero sería un error descartar por completo a un equipo que, en el siglo XXI, ha llegado en ocho ocasiones al partido final.