J.R. Smith será recordado como uno de los jugadores más sobrevalorados en la NBA, protagonista ante los Warriors de Golden State de una de las pifias infaltables en todo Top 10 de las Finales y eje central de una de las polémicas más extrañas del mundo deportivo: ¿es la piel comercializable? Para la liga, la respuesta es un contundente no, así que Smith aceptó cubrirse el tatuaje con el logo de la marca de ropa deportiva Supreme que se hizo en su pantorrilla derecha.
El escolta de los Cavaliers de Cleveland tiene su cuerpo cubierto por más de 70 tatuajes. En una ocasión reconoció que no sabía cuántos se había hecho y hasta empezó a comercializar una camiseta que tiene estampados los dibujos que muestra en la parte superior de su cuerpo; pero, de seguro, ninguno de sus tatuajes ha provocado tantas discusiones como el de Supreme. Hoy, en Cuba, pueden verse los t-shirts, gorras, pantalones, con el logo de Supreme (por supuesto, ninguno de estos accesorios es original), desde un aula universitaria hasta en el concierto más underground de algún grupo de reguetón. Esa sobreabundancia de una marca hasta hace poco desconocida en el país me recuerda al furor por la bandera británica, antes de los Juegos Olímpicos de Londres.
Supreme indudablemente busca cada vez más exposición mediática y dentro de su estrategia de marketing parece que decidió que era novedoso pagar por aparecer en la piel de un atleta que juega en una de las ligas más seguidas del momento y en un equipo que, incluso sin LeBron James, es de los favoritos para ganar la descafeinada conferencia Este en la venidera temporada. Smith dijo a la revista Complex que Supreme no le había pagado nada por tatuarse su logo y que él solo disfrutaba la marca… ¿en serio? No creo que nadie le haya creído.
La NBA reaccionó de inmediato al tatuaje de Smith. La norma de la liga establece: “un jugador no puede, durante ningún juego de la NBA, mostrar ningún nombre comercial, promocional o caritativo, marca, logotipo u otra identificación, que incluye, entre otros, en su cuerpo, en su pelo, o de otra manera, exceptuando la marca de la equipación y las zapatillas”. Amparada en este acápite, la liga exigió a Smith que se cubriera el tatuaje o recibiría una elevada multa. Aquí pensé que el escolta de los Cavs daría una de sus tantas perretas, pero, quizás, sus abogados le aconsejaron que tenía las de perder. Ante esto, Smith optó por no desobedecer. “No les pienso dar el dinero que podría ir a mis hijos. Estaba evaluando mis derechos, pero la Asociación de Jugadores me acaba de enviar un mensaje, ¿y sabes qué? No pienso poner dinero alguno en sus bolsillos. De ninguna manera”, explicó a Jackie MacMullan de ESPN.
Smith acató la exigencia de la NBA, aunque dejó entrever que sentía que la liga tenía un problema con él, porque otros jugadores, con situaciones similares, no fueron advertidos. Por ejemplo, el base de los Celtics de Boston, Kyrie Irving, tiene el logo de la serie televisiva “Friends” en su antebrazo izquierdo; mientras, el polaco Marcin Gortat, de los Wizards de Washington, luce el “Jumpman” de Jordan en su pierna derecha.
Más allá de este hecho “anecdótico”, lo que me resulta más interesante es comprobar cómo las marcas han diversificado sus estrategias de marketing. No importa que el logo de Supreme no aparezca cuando las cámaras de la televisión enfoquen a J.R. Smith, ya que este cubrirá el tatuaje con una venda o algo parecido. Todo el revuelo armado alrededor del jugador y su posible multa ha colocado a Supreme en todos los medios especializados de la NBA (que no son pocos). Así que el dinero (que dice Smith que no le pagaron) ha sido “bien gastado”.