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Rayos X y otras medidas desesperadas para evitar trampas en Olimpiada de ajedrez

El ajedrez tiene su propio “doping”. Mientras otros deportes analizan, una y otra vez, la sangre y orina de los atletas, para tratar de descubrir a algún tramposo, en el llamado “juego ciencia” la preocupación no está en las sustancias prohibidas, sino en la utilización de las nuevas tecnologías para hacer trampas durante una partida. Los fraudes han ido desde emplear relojes inteligentes, hasta auriculares bluetooth que reciben las mejores jugadas propuestas por un software. ¿Cómo evitar todo esto? La Federación Internacional (FIDE, por sus siglas en francés), a través de su Comité anti-fraude, preparó una serie de medidas que se aplicarán durante la celebración de la 43 Olimpiada, en Batumi, Georgia.

La lista de acciones es delirante, aunque entiendo que el temor es justificado:

– Antes de que comience cada ronda, todos los jugadores y capitanes pasarán a través de máquinas de rayos X (como las de los aeropuertos), ubicadas en la entrada del salón; mientras, agentes de seguridad revisarán las bolsas y objetos personales.

– Esta parece más lógica: los jugadores dejarán sus móviles, relojes y bolígrafos en las “zonas de almacenamiento” preparadas por el Comité organizador y solo podrán recogerlas cuando abandonen el salón de juego.

– Una medida a la “cubana”: los ajedrecistas solo podrán utilizar, para anotar las jugadas en las planillas, los bolígrafos oficiales otorgados por los organizadores. OJO: al final de cada ronda, cada participante deberá devolver dicho bolígrafo, que será reutilizado en las siguientes rondas. ¿Qué pasaría si algún despistado (y de esos abundan en el juego ciencia) se lleva al hotel un bolígrafo?

– Durante la celebración de las ronda, varios árbitros “anti fraude” revisarán, al azar, a 20-30 jugadores, con escáneres y detectores. Si encontraran algo “sospechoso”, entonces llevarían al ajedrecista a una sala aparte, para realizar una revisión más completa. Si alguien osara a no cooperar, perdería de inmediato por forfeit.

– Aquí no terminan los chequeos: al final de cada ronda, los organizadores elegirán, también al azar, a otros 20 jugadores para un nuevo control, que incluiría la ropa y los accesorios del ajedrecista.

– A todo esto se agrega que las partidas serán analizadas por el árbitro “anti fraude” y por un programa que creó el profesor Ken Regan. Esta parte no me quedó clara, quizás el software busque coincidencias entre las propuestas del ordenador y las realizadas por los ajedrecistas. En caso de una gran coincidencia, sobre todo en jugadores de menor coeficiente, el “implicado” pudiera convertirse en “sospechoso”.

– Para evitar escenas como los constantes viajes de Vladimir Kramnik al baño durante el match contra Veselin Topalov, en 2006, el jugador deberá informar al árbitro cada vez que desea ir al toilette. Si alguno fuera más de lo “normal”, ahí habría indicios “sospechosos”. Esto no es nada nuevo, pero me sigue resultando hasta cómico. Si algún ajedrecista tuviera problemas digestivos de inmediato serían ampliamente conocidos por todos. Casi que lo publican en el boletín oficial.

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