Víctor Mesa puede considerarse el director cubano de béisbol más exitoso del siglo XXI, en términos numéricos de victorias y derrotas (840-491, para un promedio de 631); sin embargo, en su currículo no aparece ni un solo título nacional, ya que en playoff es el manager con más reveses en la historia (73). Trató durante ocho años con Villa Clara, pero Industriales se interpuso en su camino, con dos inolvidables barridas. Después de su partida, bajo la dirección de Ramón Moré, los Leopardos obtuvieron una corona que les era esquiva desde 1996. Curiosamente, Mesa fue testigo en primera fila de la fiesta villaclareña, ya que en ese momento dirigía a Matanzas.
Con los Cocodrilos estuvo seis años. Logró que ese equipo retornara a los playoff (algo que no sucedía desde la época gloriosa de Henequeneros, con “Tati” Valdés, Lázaro Junco, Julio Germán Fernández et. al); pero tampoco pudo ganar una corona. Esta vez varios equipos se interpusieron en las aspiraciones del 32, desde Pinar del Río hasta la Isla de la Juventud.
Cansado de «morir en la orilla», Mesa dijo que se tomaría un descanso…que no fue muy extenso, porque, al quedar vacante la plaza de director de Industriales (Javier Méndez hizo bien en colocar primero el cuidado de su familia a otra temporada con los Leones), Víctor no perdió tiempo y se postuló. Su «elección» como timonel de los Azules provocó encendidas polémicas (Guillermo Carmona asegura que a él le habían prometido el puesto); sin embargo, los fanáticos de Industriales parecieron «perdonar» la intempestiva llegada del 32 después de una impresionante primera fase de la 57 Serie Nacional, en la que Industriales ganó 33 partidos y culminó, fácilmente, en la cima de la tabla de posiciones.
Pero, en la segunda etapa, los Leones azules perdieron todo el impulso. Los refuerzos no funcionaron, aparecieron las lesiones, la apatía…y, de repente, Industriales cayó al tercer puesto; mientras Matanzas, ahora bajo el mando de Víctor Figueroa (quien estuvo «a la sombra» de Mesa todo el tiempo), finalizó en el primer puesto.
Si Matanzas ganara esta Serie quizás en alguna declaración Mesa reconozca que él «ayudó a formar el equipo» y difícilmente alguien pueda rebatirle ese argumento; pero imagino el desconsuelo de un director que, una y otra vez, regresa a casa, cabizbajo, pensando en lo que pudo ser y culpando (se) [tal vez] a sí mismo.