Javier Mascherano es el “Jefecito” sobre la cancha. No suele hablar mucho, así que nadie espera elocuentes discursos suyos en el vestuario para motivar a sus compañeros, ni una palmada detrás de la espalda durante el partido. Mascherano manda en el terreno de juego con sus acciones y su entrega total al fútbol. Así ha sido durante su carrera y esto no parece que vaya a cambiar. A sus 33 años, este jugador argentino lo ha ganado todo a nivel de clubes y con la selección nacional acumula dos títulos olímpicos y una larga lista de segundos lugares, que incluyen cuatro finales perdidas en la Copa América y el inolvidable revés frente a Alemania, en la discusión de la corona mundial, en Brasil 2014.
Faltó poco para que Mascherano se perdiera el último Mundial en su carrera, pues hasta la última jornada clasificatoria Argentina estaba fuera de los puestos de clasificación en Conmebol; pero los tres goles de Lionel Messi ante Ecuador dieron el boleto a la selección albiceleste. Después de este resultado, el “Jefecito” fue claro en sus declaraciones: el certamen en Rusia marcará su despedida del equipo.
Mascherano comenzó su carrera profesional en el River Plate de Argentina, donde jugó dos años, entre 2003 y 2005 y ganó su primera corona en 2004; luego fue traspasado al Corinthians brasileño y allí conquistó su segundo título. Sus cualidades llamaron la atención de clubes europeos, así que en 2007 cruzó el Atlántico para firmar con el West Ham United. En este club, por suerte para él, no estuvo mucho tiempo y ese mismo año llegó al Liverpool, entonces dirigido por Rafa Benítez. La primera campaña en Anfield fue espectacular para el “Jefecito”, porque logró ser titular en la final de la Liga de Campeones de la UEFA, en la que Liverpool cedió 2-1 ante el Milán AC. Su rendimiento convenció a los directivos del club que le extendieron un contrato por cuatro años; pero el argentino no llegó hasta el final, porque en 2010, cumpliendo su petición, fue transferido al Barcelona por 17,5 millones de libras esterlinas.
La aventura catalana del “Jefecito” ha sido espectacular. En total ha conquistado 4 títulos de la Liga Española, 4 coronas de la Copa del Rey, 3 Supercopa de España, 2 Ligas de Campeones y 2 Mundiales de clubes. Durante la “era Guardiola”, Mascherano fue un habitual en el once titular; luego su presencia descendió un poco con Luis Enrique y, definitivamente, ahora aparece menos, con Ernesto Valverde en el banquillo del Camp Nou. El “Jefecito”, aunque no es de los que habla mucho, tampoco tiene pelos en la lengua. En declaraciones recientes reconoció que 2016 no había sido su mejor año, aunque en estos momentos se sentía con más fuerza. Aclaró que sabía que jugaba menos en el Barcelona porque tenía delante a dos defensas centrales que están entre los mejores del mundo, pero que él seguiría luchando por el puesto y que no era de los que se enojaba por la suplencia. No obstante, dijo que esperaría al final de la actual campaña para determinar si se mantenía en el Clan Barca (tiene contrato hasta 2019) o solicitaba la transferencia.
Si la salida del Barcelona está condicionada al tiempo de juego y los resultados, Mascherano sí tiene claro que el Mundial de Rusia, en el verano de 2018, será la última vez que vista la camiseta de la selección nacional argentina. El “Jefecito” debutó con la albiceleste en 2003 y desde esa fecha su titularidad ha sido indiscutible. En ese período ha participado en 3 Copas Mundiales (2006, 2010 y 2014), seis Copas Américas y se convirtió en el segundo atleta argentino en conquistar dos títulos olímpicos (en Atenas 2004 y Beijing 2008). Cuando el siempre polémico Diego Armando Maradona asumió la dirección del equipo pidió que Mascherano fuera el capitán. El “Jefecito” aceptó la responsabilidad y llevó el brazalete por tres años, hasta que en 2011, con Alejandro Sabella como DT, fue reemplazado por su compañero en el Barcelona, Lionel Messi.
A sus 33 años, Mascherano reconoce que ya no le quedan muchas cosas por realizar; pero tiene el mismo sueño de tantos jugadores de una generación dorada en Argentina: ganar un Mundial de fútbol. Sería el adiós perfecto para un futbolista que, sin tanta algarabía mediática, puede considerarse de los mejores en la historia de su país.
Publicado en Newsgur