Entre los disímiles movimientos que tuvo el mercado estival de la NBA resaltaron los de los aleros y ala-pívots. Dos nombres ocuparon los principales titulares: Kevin Durant y Gordon Hayward. El primero, campeón de la liga y MVP de la Final, decidió dejar varios millones sobre la mesa, con tal de influir en que su equipo, Warriors de Golden State, tuviera margen salarial suficiente para mantener en la nómina a jugadores que, desde la banca, ha sido claves en el éxito de la franquicia, como Andre Iguodala y Shaun Livingston; mientras, el segundo, cambió de Conferencia y saltó de los Jazz de Utah a los Celtics de Boston, en un megacontrato de 128 millones por 4 temporadas.
La llegada de KD a los Warriors, en 2016, fue cordialmente odiada por su anterior equipo, el Thunder de Oklahoma City, que consideró casi una “traición” que su jugador franquicia pasara al “enemigo”. Los resultados del número 35 fueron espectaculares en su nueva selección y su aporte fue esencial en la conquista del anillo ante los Cavaliers de Cleveland. Durant, que tenía la opción de salir del contrato tras finalizar una campaña, se declaró agente libre, pero para todos estaba claro que volvería a firmar con los Warriors. No obstante, realmente fue una sorpresa que KD estampara su firma por 2 años y 51 millones, una cifra que lo deja fuera de los 10 mejores pagados en la NBA, cuando él es, probablemente, el jugador más completo del momento. Pudo ganar más de 34 millones este año y quedó en 25. El mensaje está claro: KD quiere más de un anillo.
Hayward fue la gran estrella de los Jazz, un equipo que avanzó sorpresivamente hasta la semifinal de Conferencia, donde cayó barrido ante los Warriors. Sus buenos números llamaron la atención de diferentes franquicias, pero fueron los Celtics los que pusieron más dinero para hacerse con los servicios de un jugador que refuerza la plantilla de un equipo que terminó en primer lugar en el Este la temporada anterior. Con este alero de la súper elite en la cancha, ¿podrán los Celtics dejar atrás a los Cavs? Si tenemos en cuenta todo el talento que tiene Boston y los problemas en Cleveland (¿qué hará finalmente Kyre Irving?) entonces no parece arriesgado escribir que podría haber un nuevo campeón de Conferencia en la campaña 2017-18.
Otros dos aleros alcanzaron contratos muy llamativos. Los Clippers, que no tendrán por primera vez en seis años a Chris Paul, sorprendieron al extenderle nada menos que 64 kilos por 3 años al italiano Danilo Gallinari; mientras, los Wizards retuvieron a Otto Porter Jr., por 4 años y 106,5 millones de dólares. No podemos dejar fuera del recuento el “caso” Iguodala, que decidió seguir como sexto hombre en los Warriors antes que buscar un mayor rol de liderazgo en otro equipo, claro, a cambio de 48 millones por 3 años.
Ala-pívots desencadenados
Los ala-pívots fueron muy cotizados en el mercado de agentes libres de la NBA. Tras la salida de CP3, los fanáticos de los Clippers temían (y con razón) que la partida de otra de sus estrellas, Blake Griffin, terminara por enterrar el proyecto; pero, tras muchas negociaciones, el número 32 seguirá en el Staples Center por un lustro más, en el que recibirá, en total, 172,2 millones. Nada mal para un jugador que nunca ha jugado una final de Conferencia.
Otro ala-pívot pretendido por muchos era Paul Millsap. En los Hawks de Atlanta no había mucho futuro, así que el jugador cambió de Conferencia y terminó en los Nuggets de Denver. Allí no es que vaya a jugar muchos playoff, pero la chequera es interesante: 61 millones por dos años. Uno que sí decidió quedarse en el equipo al que llegó a mitad de temporada es Serge Ibaka. Los Raptors le dieron un aumento salarial importante, así que el español “no pudo decirle que no” a 65 millones por tres años. Por último, dos veteranos ala-pívot aceptaron drásticas reducciones salariales para seguir vistiendo el mismo uniforme: Pau Gasol jugará hasta casi los 40 años con los Spurs de San Antonio y Dirk Nowitzki estará un año más, por 5 millones, en los Mavericks de Dallas.
Publicado en Newsgur