Paul Pierce regresó, una vez más, al campo de los Celtics de Boston. Entró en la oficina, firmó un contrato de un día y, de esta forma, aseguró que su retiro fuera con el equipo para el que jugó durante 15 temporadas en la NBA. Una franquicia que retirará su número, el 34, que a partir de la próxima campaña colgará en una de las vigas del TD Garden.
De seguro Paul Pierce ya perdonó al presidente de operaciones de baloncesto del equipo, Danny Ainge, quien en una tarde de inspiración, en 2013, decidió que era el momento oportuno de salir de su veterano “Big Three”, conformado por Kevin Garnett, Ray Allen (quien antes había firmado con el Miami Heat) y Pierce y lo envió a los Nets de Brooklyn, a cambio de mucho talento, entendido esto como selecciones del draft. Si analizamos ese movimiento en la actualidad, podemos considerarlo una jugada maestra. Los Nets se hunden en la mediocridad, tras haber gastado una fortuna y los Celtics tienen hoy uno de los equipos más prometedores en la NBA.
A Pierce no le gustó el traspaso que lo separó de los Celtics y lo envió a los Nets, donde no le fue bien y de ahí saltó a los Wizards de Washington y terminó su carrera de 19 años en los Clippers de Los Ángeles que confiaron, durante dos temporadas, en que la veteranía del 34 los ayudara en momentos claves; pero ya sabemos que esa franquicia angelina ha corrido con muy mala suerte y ni siquiera el reencuentro de Pierce con el entrenador que lo llevó al campeonato en los Celtics, Doc River, pudo cambiar el mal curso.
Pierce entró en los Celtics en 1998, como décima selección del draft. Tenía talento, pero le faltaba concentrarse de lleno en el baloncesto. En 2000 vivió una experiencia traumática, cuando recibió 11 puñaladas, en una fiesta en un club de Boston. Dice que la gruesa ropa que llevaba ese día lo protegió un poco y ninguno de los golpes tocó órganos vitales, así que Pierce sobrevivió y asegura que, tras ese incidente, maduró.
Sus resultados en la cancha fueron mejorando y cuando los Celtics invirtieron en grande para traer al “Cuevo” Garnett y al hombre con más triples encestados en la historia de la NBA, Ray Allen, entonces vino el gran salto y Boston llegó a la final de la NBA, en 2008, contra los favoritos Lakers, de Kobe Bryant. Pierce jugó muy bien en la final, los Celtics ganaron la serie en seis desafíos y el 34 recibió el premio como Jugador Más Valioso. Dos años más tarde tuvo otra oportunidad de título, contra el mismo rival, solo que esta vez “la Mamba Negra” Bryant, con Pau Gasol bajo los tableros, se encargó de controlar un playoff durísimo que se extendió al séptimo juego.
Pierce tiene un lugar asegurado en la historia de una de las franquicias icónicas de la NBA. El 34 participó en 10 Juegos de Estrellas y se retira como líder de los Celtics en triples anotados (1823), tiros libres encestados (6434) y robos de balón (1583). Además, ocupa la segunda posición en puntos, con 24 021, solo superado por una leyenda como fue John Havlicek.
Con estos números, de seguro Pierce, un “Celtic de por vida”, como él mismo se autoproclamó, tiene garantizado un puesto en el Salón de la Fama. Ahora, como han hecho otros, con mejor o peor suerte, el nuevo trabajo del 34 será tras los micrófonos, como comentarista de la NBA para la televisora ESPN.
Publicado en Newsgur