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Los cinco mejores momentos del Clásico Mundial de béisbol

El Clásico Mundial de béisbol terminó la primera fase de grupos. Ocho equipos dijeron adiós, mientras los otros ocho siguen soñando con llegar a la final, en Los Ángeles. ¿Cuáles fueron los mejores momentos de esta etapa?

Los bates alegres de República Dominicana

El campeón defensor ganó invicto el grupo C y así extendió su formidable récord a 11 victorias consecutivas en Clásicos Mundiales.

Contra los canadienses, el abridor Carlos Martínez hizo “disparos” por encima de las 100 millas en el primer inning; pero lo más destacado fue la ofensiva. El enorme jonrón de José Bautista, por el jardín izquierdo, sacó del partido a los norteños y mostró cuán preparados estaban los bates dominicanos.

Inolvidable el partido contra Estados Unidos, en el Marlins Park. Nunca antes se habían reunido tantas personas en ese estadio de Miami. El manager Tony Peña reconoció que se sentía como en Santo Domingo, ante el enorme apoyo recibido desde las gradas por miles de fanáticos caribeños. En los primeros innings, poco pudieron celebrar los campeones, porque no le vieron la pelota al abridor Marcos Stroman; pero, tras su salida, vino el repunte.

El momento de euforia colectiva llegó en el octavo capítulo cuando Nelson Cruz “cazó” una recta baja del relevista Andrew Miller y desapareció la bola por el jardín izquierdo y cambió por completo el marcador. Un minuto más tarde, Sterling Marte —curiosamente, los hombres que habían provocado, con su desconcentración en los jardines, las primeras carreras de los estadounidenses, ante Edilson Vólquez—también conectó jonrón. Sin dudas, fue una noche latina en Miami.

Para finalizar la clasificatoria, los campeones tuvieron que esforzarse al máximo ante una de las sorpresas del torneo: Colombia. Poco faltó para que los debutantes dejaran en el terreno a los dominicanos, pero un certero tiro de Bautista puso out al corredor que representaba la victoria y esto forzó el extrainnings. Aquí volvieron a explotar los bates caribeños que marcaron siete carreras y acabaron con los sueños colombianos.

Después de lo visto en Miami, ¿alguien no coloca a República Dominicana en la final?

Poder boricua

Cuatro años atrás, Puerto Rico sorprendió al incluirse en la final del Clásico Mundial. La versión 2017 de este equipo luce mucho más completa que la de 2013 y, hasta el momento, los resultados han sido formidables.

Muchos esperaban un cerrado duelo en el inicio ante Venezuela, con Félix Hernández en la lomita; sin embargo, los boricuas explotaron al as de los Marineros de Seattle y siguieron bateando hasta totalizar una escandalosa paliza: 11 por 0.

Al día siguiente continuó la fiesta ofensiva puertorriqueña ante México. Sus dos mayores estrellas del momento, Francisco Lindor y Carlos Correa, brillaron, con el bate y el guante. Destaque especial para Lindor, con sus dos vuelacercas.

En el cierre, los puertorriqueños vinieron de atrás y vencieron a Italia, con un jonrón decisivo de Correa y bateo oportuno del veterano Carlos Beltrán.

Los boricuas lucieron muy acoplados sobre el terreno. Disfrutaron el juego, ganaron el premio al peor peinado con sus tintes amarillos en el pelo y la barba y ratificaron sus muy fuertes intenciones de buscar la revancha, ante República Dominicana, en Los Ángeles.

El “milagro” israelí

Es cierto. Solo uno de los jugadores del equipo de Israel nació en Tel Aviv y la gran mayoría no ha visitado nunca al país que ahora defiende en el Clásico Mundial; pero ni siquiera la controvertida “amplitud mental” de Grandes Ligas para conformar las nóminas de los equipos quita lucidez a lo logrado por los jugadores estadounidenses, con algún parentesco israelí.

Israel fue el último clasificado al IV Clásico y nadie lo incluyó entre los favoritos para “sobrevivir” al grupo de Seúl, en el que salían como favoritos surcoreanos, holandeses y taiwaneses. Pero desde el primer juego, ante Corea, los “israelíes” enseñaron sus armas, gracias a la unión de un grupo de jugadores con experiencia en ligas menores de Estados Unidos y que, indudablemente, buscaban impresionar a los scouts de las franquicias de MLB.

Colgados del brazo y la experiencia de Jason Marquis (con 125 victorias en Grandes Ligas), los israelíes contuvieron a los surcoreanos, apabullaron a Taipéi de China y cerraron invictos ante Holanda. En el comienzo de la segunda fase, sus lanzadores también acallaron a la alineación de Cuba y llevaron su marca a 4 y 0. Como curiosidad, Marquis ha abierto tres de los cuatro primeros juegos.

El filo de la espada samurái

Japón no incluyó esta vez en la nómina a ninguno de sus peloteros que juegan en Grandes Ligas; además, poco antes del inicio del Clásico se supo que la súper estrella del equipo, Otani, estaba lesionada y no podría intervenir en el torneo. A pesar de todo esto, los “samuráis” japoneses, dos veces campeones del Clásico, ganaron invictos su grupo. Si en otras ediciones del evento los nipones sobresalían por la profundidad de su pitcheo, ahora es la ofensiva el arma principal de una selección que quiere jugar su tercera final.

Las decenas de miles de fanáticos que han repletado el Tokio Dome, en cada presentación nipona, no se han cansado de aplaudir a Sho Nakata, el líder ofensivo de equipo, con tres cuadrangulares y 8 carreras impulsadas en los primeros cuatro desafíos. Otro jugador destacado con el bate ha sido el fornido  Yoshitomo Tsutsugo, con dos cuadrangulares y cinco remolcadas.

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