Siete partidas. Siete tablas. Tres duelos intensos y los otros cuatro, para el olvido. Así resumiría lo que ha sido hasta ahora un decepcionante match por la corona mundial de ajedrez, entre Magnus Carlsen y Sergey Karjakin.
Después de la quinta partida, cuando finalmente el ruso puso presión al campeón mundial, pensé que Karjakin, que conduciría las blancas en dos duelos consecutivos, podría sorprender al prodigio noruego. No fue así. En el séptimo cotejo, las simplificaciones fueron tan rápidas que, en solo 21 movimientos y hora y media de juego, ya estaba claro que volverían a dividir el punto.
Quedan cinco partidas, de las cuales Carlsen llevará las blancas en tres de ellas. El ganador será aquel que llegue a 6,5 puntos. En caso de empate, se recurriría a las partidas rápidas y, de persistir el empate, al blitz. Una situación similar ocurrió con Anand vs. Gelfand, en 2012. Realmente nunca pensé escribir que los dos matches Carlsen contra Anand tuvieron mayor intensidad (hasta el momento) que este duelo entre dos prodigios que, de tanto estudiarse, aburren.