La guerra entre Adidas y Nike por dominar el universo deportivo no parece tener fin. Las marcas se disputan, billete tras billete, a los principales atletas y los contratos siguen creciendo, hasta alcanzar cifras que rozan el absurdo.
Con Stephen Curry vinculado por largo tiempo a Under Armour y Kevin Durant a Nike, el “agente libre de zapatos” más codiciado que quedaba en el marcado era James Harden, uno de los jugadores más mediáticos de la NBA, no solo por su indiscutible calidad en el terreno, sino también por su extravagante barba. Harden discutió hasta último segundo la condición de MVP de la pasada temporada con Curry. No pudo ganar, pero la estrella de los Rockets de Houston creció ante los ojos de los fanáticos y esto, lógicamente, llamó la atención de Adidas.
Harden tenía contrato con Nike. Al expirar, Adidas vio una “oportunidad” y decidió que valía la pena invertir nada menos que 200 millones de dólares durante 13 años en la “Barba”. La marca de las tres bandas quiere recuperar el liderazgo y está invirtiendo por todas partes — ¡ojalá retomara el contrato con el Inder de Cuba, porque la diferencia entre los uniformes Puma y los Batos en los Panamericanos fue enorme!—, por ejemplo, pagó al Manchester United nada menos que 128 millones de dólares por las diez próximas temporadas y sustituyó a Nike quien hasta la pasada campaña vistió a los Diablos Rojos.
Mundo loco: Harden cobrará más cada año de Adidas que lo que recibe de los Rockets (80 millones por 5 años por jugar baloncesto, 200 kilos por 13 años, por…ser el rostro de Adidas en la NBA).