Mucho antes de que Floyd Mayweather Jr. y Manny Pacquiao suban al ring en el MGM Grand Garden, en Las Vegas, y comiencen a intercambiar golpes en su tan promocionada pelea, en realidad la parte más complicada de ese combate ya habrá tenido lugar.
Quizás lo más llamativo sea que los protagonistas del “duelo previo”, las cadenas televisivas HBO y Showtime, poco saben del arte de dar y no recibir; pero, indudablemente, son especialistas en el marketing. En ese terreno no hay rival que les pueda hacer frente.
Tal vez no exista una modalidad deportiva que dependa tanto de la televisión como el boxeo profesional. Vivimos en una era donde la concepción de espectáculo deportivo está totalmente vinculada con la cobertura mediática. Por tanto, no sorprende que las cadenas sean las que fijen los horarios de las competencias en las principales citas (con especial énfasis en los Juegos Olímpicos) y que no pocos deportes (el béisbol está en eso) hayan transformado sus reglamentos para complacer a productores televisivos que exigen desde más tiempos fuera para colocar publicidad, hasta partidos menos extensos; pero, probablemente, solo el boxeo profesional haya llegado al límite de permitir que las cadenas sean las que establezcan quiénes serán los peleadores de los combates transmitidos.
La pelea entre Mayweather y “Pac-Man” confirma esta idea. Durante mucho tiempo se habló sobre la posibilidad de enfrentar a los dos mejores boxeadores del último lustro. Mayweather sigue invicto en 47 combates; mientras el filipino Pacquiao—un ídolo en su país—muestra un formidable balance de 57 victorias, 5 derrotas y 2 empates. ¿Por qué demoró tanto en confirmarse el duelo? La explicación está en las fuertes discrepancias económicas entre HBO y Showtime, las televisoras que controlan los derechos de las peleas de ambos pugilistas.
Mayweather tuvo un contrato con HBO hasta 2013, cuando decidió firmar con Showtime un acuerdo de 6 peleas en 30 meses. Pacquiao trabaja de manera exclusiva con HBO. Solo en una ocasión anterior, en 2002, para el combate entre Lennox Lewis y Mike Tyson, las dos grandes cadenas de cable se habían unido para emitir el duelo a través de pago-por-ver.
Ahora la posibilidad de obtener millonarias ganancias por taquilla en Las Vegas, más los anuncios publicitarios y, especialmente, en el pago-por-ver hizo que las dos partes concretaran la negociación.
En 2014, Mayweather fue el deportista que más dinero ingresó, con 105 millones de dólares—superó a Cristiano Ronaldo y LeBron James— y no es difícil pronosticar que volverá a estar en la cima en 2015, tras la pelea con Pacquiao. Como Mayweather es el peleador invicto, recibirá el 60% de la división de las ganancias. Esto significa que, gane o pierda, el pugilista ingresará en su cuenta bancaria aproximadamente 120 millones, por 80 millones el filipino. El MGM Grand Garden espera recaudar 20 millones en taquilla, la mayor cifra de todos los tiempos por una pelea de boxeo.
Mayweather es conocido por poseer una de las mejores defensas en la historia del boxeo. A pesar de su edad (38 años) mantiene reflejos que le permiten esquivar, con una asombrosa destreza, los golpes que le vienen encima. Pacquiao (36 años) es zurdo y tiene una gran pegada; además, cuenta con la suficiente velocidad para lidiar con las opciones ofensivas de Mayweather. ¿Terminará “Pac-Man” con el invicto de su formidable adversario? De seguro esa será una pregunta frecuente en los próximos meses; pero, más allá del resultado deportivo, el combate en Las Vegas quedará como reafirmación de un escenario que debería ser preocupante para el boxeo profesional.
Este deporte ha sido enredado en una compleja telaraña en la que las televisoras y promotores involucrados son los que determinan la realización de una pelea. Triste realidad en la que los intereses comerciales imponen el ritmo de los golpes.
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