En 2013 el mundo del béisbol se conmovió por la sentida despedida que recibió el panameño Mariano Rivera, sin dudas el mejor cerrador de todos los tiempos (652 juegos salvados). Mo, como le decían sus amigos, es un ídolo para los seguidores de los Yankees y también en su país, donde es posible comprar en clasificados en Panamá desde una pelota firmada por este lanzador hasta libros que le han dedicado. Es cierto que nunca vistió el uniforme del equipo nacional, porque declinó su participación en los Clásicos Mundiales de 2006 y 2009; pero los fanáticos, ya sabemos, lo perdonan todo.
Un año después del retiro de Rivera, otra leyenda del béisbol, Derek Jeter, también ha recibido disímiles reconocimientos en cada estadio en que ha jugado en su vigésima y última temporada. El capitán de los Yankees ha sido la imagen de la MLB por un largo período, porque unió su grandeza deportiva —cinco anillos de Serie Mundial, más de 3400 jits, por lo que ocupa la sexta posición en esta categoría en todos los tiempos, 14 participaciones en el Juego de las Estrellas, cinco Guantes de Oro—con una total limpieza fuera de los terrenos, incluso en momentos en que las Grandes Ligas no prestaba la suficiente atención a los serios problemas con el uso de sustancias prohibidas. Afortunadamente, Jeter salió ileso de esta “Era de los Esteroides”.
Jeter fue firmado en el draft de 1992 por los Yankees y debutó el 29 de mayo de 1995, con 20 años. Dos décadas después, este brillante torpedero se retirará con el mismo equipo. ¿Cuántas veces más tendremos una situación similar? Probablemente nunca más. En la “Era de la agencia libre”, no es común que un jugador comience y termine su carrera con una única franquicia. Las “lealtades” al parecer no tienen nada que ver con los millones de dólares y los ejemplos sobran. Albert Pujols pudo haberse retirado con los Cardenales de San Luis, con los que ganó dos anillos de Serie Mundial; pero los Angels pusieron 254 millones sobre la mesa y el dominicano cambió de camiseta y de liga. Algo parecido ocurrió con otro dominicano, Robinso Canó, quien jugó nueve temporadas con los Yankees y, en la agencia libre, prefirió los 240 millones que le ofrecieron los Marineros de Seattle.
Quizás el “caso Mike Trout” sea uno de los últimos peloteros franquicia. El formidable jardinero, de solo 23 años, tiene contrato hasta 2020 con los Angels (144 millones). Cuando concluya ese contrato tendrá 28 años y estará, casi de seguro, en la cúspide de su carrera. ¿Seguirá con los Angels? Predecir eso ahora resulta imposible; pero al menos una cosa sí me queda clara: las despedidas como las que han tenido Mariano Rivera y Derek Jeter, quienes jugaron durante 20 años con una única franquicia, difícilmente vuelven a repetirse.