Apabullante. No encuentro otro calificativo para describir la paliza que le propinaron los San Antonio Spurs al Miami Heat en la discusión del título de la NBA. Esta probablemente haya sido la final más desproporcionada de la última década, pues aunque no concluyó con barrida, los Spurs ganaron los últimos tres desafíos del playoff siempre por una diferencia superior a 15 puntos. Después de este gran resultado, ¿regresará un año más Tim Duncan? No pocos apuestan a que sí.
No me parece arriesgado afirmar que con esta final, la cuarta de manera consecutiva, termina el publicitado Big Three del Heat. «No ganaré uno, ni dos, ni tres, sino cuatro, cinco, seis campeonatos» señaló cuatro años atrás LeBron James cuando decidió abandonar a los Cavaliers para firmar con Miami. El jugador más completo de la NBA obtuvo dos títulos y en este duelo contra los Spurs fue lo único «salvable» para el Heat. Ni Chris Bosh ni Dwayne Wade pudieron acompañarlo.
Ahora, con la agencia libre de por medio, creo que los tres buscarán destinos diferentes. Pero tiempo al tiempo…
Para los Spurs esta fue una fabulosa revancha. El año pasado estuvieron a 28 segundos de ganar el campeonato; pero perdieron de manera increíble el sexto partido. Esta vez comenzaron detrás, en ese inolvidable primer desafío, en el que el calor del AT&T Center provocó calambres a James. Luego, los Spurs llegaron a Miami con la serie empatada y muchas dudas; pero en el American Airlines Center ofrecieron dos contundentes demostraciones. Cada tiro entraba, cada rebote terminaba en sus manos y así cayeron dos fáciles victorias.
Con la serie a punto de mate, el Heat comenzó impetuoso el quinto desafío; sin embargo, en el segundo y tercer cuarto vino la debacle y los Spurs tomaron una amplia ventaja y nunca miraron atrás. Este fue el quinto campeonato para el técnico Greg Popovich y Tim Duncan; mientras los veteranos Tony Parker y Manu Ginóbili agregaron el cuarto anillo a su rico historial.