Después de seis años de reinado, el indio Viswanathan Anand entregó la corona al mejor sucesor posible. El prodigio noruego Magnus Carlsen impuso su extraordinario nivel de juego y se convirtió en el segundo campeón mundial más joven de la historia. Era un resultado esperado; aunque, de seguro, pocos imaginaron que el tan publicitado match por el título terminaría tras solo 10 partidas.
El reinado de Anand comenzó en 2007, al ganar el torneo celebrado en México. Luego derrotó en matches a Vladimir Kramnik (2008), Veselin Topalov (2010) y Boris Gelfand (2012). En todos esos duelos el indio fue considerado favorito; sin embargo, frente a Carlsen, ni siquiera el hecho de ser el campeón mundial y jugar en casa parecía convencer a los especialistas.
La relación de Carlsen con la Federación internacional (FIDE, por sus siglas en francés) ha tenido altibajos. En el anterior ciclo por el título, el noruego no estuvo de acuerdo con el sistema competitivo—matches de candidatos, en lugar de un torneo—y decidió apartarse. Esto, de cierta manera, restó credibilidad al ajedrez, porque resultaba inconcebible que el líder del ranking mundial, con una enorme diferencia de puntos ELO sobre sus más cercanos rivales, no compitiera por la corona.
Un año después, la FIDE propuso una modificación en el formato y este cambio recibió el visto bueno de Carlsen. No obstante, el prodigio estuvo muy cerca de quedar en el camino; pero un revés en la última ronda de Kramnik, en el torneo de candidatos, celebrado en Londres, fue suficiente para garantizar su victoria final.
Chennai—anteriormente Madrás—es el territorio donde creció Anand. Los indios querían acoger al match allí, por lo que ofrecieron todas las garantías financieras. Probablemente Carlsen no estuviera muy complacido con la sede, pero los 2,55 millones de dólares como bolsa de premios fueron argumentos suficientes para la FIDE.
El match en Chennai recibió una amplísima cobertura mediática. Todos esperaban una intensa lucha entre la experiencia de Anand y el talento de Carlsen; sin embargo, los dos rápidos empates iniciales decepcionaron a los que ansiaban ver largas batallas en el tablero.
En el tercer y cuarto cotejo, ambos jugadores trataron de aprovechar las pequeñas ventajas que obtuvieron en complicados finales; pero el resultado fue el mismo: tablas.
La historia cambió a partir de la quinta partida. Con blancas, Carlsen llegó a un final de torres, con peón de ventaja y, ante la imposibilidad de detener el avance de uno de los peones de su rival, Anand rindió su rey. Esta victoria rompió la monotonía de las tablas y, como quedó demostrado más tarde, desmoronó al monarca.
Al día siguiente, con negras, Carlsen quizás se hubiera conformado con el empate; pero el indio cometió varios errores que fueron muy bien aprovechados por el noruego. El segundo revés consecutivo decidió el match, aunque todavía en ese momento los fanáticos indios soñaban con que, en la segunda parte, su ídolo pudiera remontar la diferencia.
La séptima y octava partida fueron intrascendentes, porque finalizaron en rápidas tablas. Anand trataba de recuperar la confianza, mientras Carlsen no quiso arriesgar nada. En el noveno cotejo, para todos quedaba claro que el indio se lanzaría al ataque, en pos de una victoria que lo acercara en el marcador.
Anand obtuvo una posición prometedora, por las amenazas de jaque mate que creó sobre el rey negro; sin embargo, para sorpresa del universo ajedrecístico, cometió un serio error, al colocar su caballo en f1 y, de inmediato, Carlsen hizo la jugada precisa. Desconsolado, Anand aceptó el revés (el tercero) y esta sí fue la despedida definitiva de su corona.
El décimo cotejo tuvo varias sorpresas, porque Carlsen no jugó para entablar, sino que arriesgó la posición; pero el duelo terminó con la división del punto, tras casi cinco horas de juego. De esta manera, el noruego alcanzó las 6,5 unidades que le dieron la victoria definitiva en el match. Así conquistó el título más preciado, el único que le faltaba en su formidable trayectoria.
Para el Gran Maestro estadounidense Hikaru Nakamura, el triunfo de Carlsen marca un inevitable cambio generacional en el liderazgo del ajedrez mundial. Los principales jugadores de la elite son jóvenes y entre los 30 primeros del ranking, solo cuatro superan los 40 años (Anand, Gelfand, Ivanchuk y Adams). El prodigio noruego cumplirá 23 años el 30 de noviembre; pero ya tiene una amplísima experiencia y ha demostrado su talento ante las más disímiles pruebas.
Al igual que solían decir los súbditos de las monarquías europeas, un rey ha caído (Anand), ¡viva el rey Carlsen!
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Publicado en Cubasí