La cuarta circular de la Comisión Nacional de Béisbol ha desatado una enorme polémica en blogs (no solo deportivos), en Facebook y algunos medios online. Creo que todavía ese debate no ha llegado ni siquiera con mediana intensidad a los medios tradicionales, aunque eso no debería sorprendernos. Básicamente, el breve documento especifica que queda prohibida la “música generada por Congas, orquestas y otros instrumentos musicales como trompetas durante el desarrollo del juego (obviamente se exonera de ello los entreinnings, léase minutos de descanso por entrada y salida de los equipos al terreno).”
Las razones para aplicar esa medida—que, si los organizadores del evento la consideraban necesaria, debió adoptarse durante el Congresillo Técnico, no en medio de la competencia—son varias, pero poco convincentes: ahora nos dicen que los sonidos de las congas “interfieren en la concentración de los jugadores”; además, provocan “molestias constantes de la música sobre los dogouts no permitiendo, incluso, las efectivas comunicaciones de las direcciones de los equipos con los atletas en el terreno, afectando también en las transmisiones de la televisión y de radio”.
Estas últimas frases (vamos a obviar el mal uso de los gerundios y centrémonos en lo deportivo) han sido las más criticadas en los múltiples artículos y comentarios que he leído. Y con razón. Resulta que, tras 53 Series Nacionales, “comprendemos” que los “ruidos” de las cornetas chinas y otros instrumentos imposibilitan que los gritos de los managers se escuchen desde el banco; pero, además, “interfieren” en la concentración y, por tanto, los jugadores no comprenden las señas, que, como sabemos, son el “lenguaje universal” entre directivos y jugadores, aquí y en las Grandes Ligas, porque ni siquiera allí los equipos utilizan intercomunicadores, al estilo de los mariscales de campo en la NFL.
¿Era necesario lanzar esa “prohibición”? Supongo que Víctor Mesa opine que sí. Recordemos que en el playoff final, ante Villa Clara, retiró a Matanzas del terreno, porque, precisamente, le molestaba el sonido que se emitía sobre el banco de primera base, en el estadio Sandino de Santa Clara. Hasta que los decibeles no fueron de su gusto, el polémico manager no permitió a sus peloteros retornar para que, al menos, perdieran el campeonato sobre la grama y no por forfeit; pero, ¿no hubiera sido más democrático consultar con los Comisionados y los managers, en el Congresillo, antes de que se lanzara la primera bola?
Realmente lo que me preocupa no es la medida. Si analizamos a fondo, en realidad no se prohibieron las congas, solo quedaron limitadas a los entreinnings. Vamos, que tampoco es para decir que los estadios cubanos se convertirán en “salones de ajedrez”, ni que esa medida “está matando al béisbol”. Nuestra tendencia a exagerarlo todo, ya sabemos, es espectacular. Lo que sí llamó mucho mi atención es cómo nos vamos por la hojarasca y no abordamos los temas “candentes” con la misma profusión con la que la Comisión emite prohibiciones.
¿Qué creen los peloteros del nuevo sistema de estimulación salarial? ¿Qué consideran de la época del año en que se juega la Serie Nacional? Con un calendario tan extenso, ¿en qué liga foránea podrían insertarse? Analicemos: las principales ligas invernales de América Latina terminan en enero-febrero, las Grandes Ligas son “palabras prohibidas” y las competiciones asiáticas (quizás con la excepción del torneo en Taipéi de China) de alguna manera coincidirían con el desarrollo de la Serie. ¿Qué queda entonces para los que participan en la Serie Nacional? Ah, sí, la liga mexicana de verano. Pero no nos quedemos solo en las posibles “contrataciones en el extranjero”. ¿Qué se ha hecho para mejorar el espectáculo de la Serie Nacional? ¿Dónde están las iniciativas que tantos hemos pedido para multiplicar la presencia de fanáticos en los estadios? Esos temas deberían estar sobre la mesa, discutirse a diario; pero, no, una vez más nos vamos por la hojarasca. Ayer prohibieron los cines 3D, hoy las congas harán “mutis” durante la mayor parte de los partidos y mañana…ojalá mañana quede, definitivamente, prohibido prohibir.
Nada, que se sigue aferrado al sillón de mando y lanzando cortinas de humo.