Después de su triunfo en el Abierto Internacional de Edmonton, el Gran Maestro Lázaro Bruzón viajó hacia Arlington, Virginia, con dos claros objetivos: ganar la 41 edición del World Open y asegurar los puntos necesarios para volver al grupo de ajedrecistas con un ELO superior a las 2700 unidades. El tunero no pudo cumplir ninguno de sus planes; aunque esta vez, al menos, enfrentó a rivales más fuertes.
Junto a Bruzón estuvo el Gran Maestro Yuniesky Quesada quien volvió a competir después de su excelente participación en el Memorial Capablanca 2013 y estrenó su ELO de 2639, la máxima cifra en su carrera. Los dos cubanos y el checo Viktor Laznick (2684) fueron considerados los favoritos del certamen.
Las dos primeras rondas fueron muy sencillas para Bruzón, porque derrotó al ecuatoriano Darío Alzate (2365) y al estadounidense John Bryant (2415); sin embargo, en la tercera fecha inclinó sorpresivamente su rey ante el local A. Fishbein, de 2504, en una partida que no fue recogida por el sitio oficial del evento.
Luego vino la recuperación y el tunero alcanzó tres triunfos consecutivos. Primero derrotó, con blancas, al MF Keaton Kiewra (2422), en 34 movimientos de una Defensa Grüenfeld; al día siguiente tuvo que esforzarse más para vencer la resistencia de Mackenzie Molner (2501), en un final de torre y caballo, pero con tres peones de ventaja para el cubano.
Horas más tarde—hubo doble ronda en esa jornada—, Bruzón logró su victoria más importante del torneo, al doblegar al Gran Maestro israelí Victor Mikhalevski (2522), en una partida que concluyó con un inesperado jaque mate, en la jugada 60.
Este éxito volvió a colocar a Bruzón en el selecto grupo de ajedrecistas con un ELO en vivo por encima de los 2700 puntos; sin embargo, algo cambió a partir de la sexta ronda, porque en sus tres presentaciones siguientes el cubano pactó rápidos empates. Contra Varuzhan Akobian (2612) firmó las tablas en solo 10 movimientos, después dividió el punto ante Sergey Erenburg (2612), en solo 16 jugadas y, en la ronda del adiós, tampoco se esforzó mucho en su duelo versus el georgiano Tamaz Gelashvili (2572).
Las cinco victorias, tres empates y un revés dejaron a Bruzón con 6,5 unidades, igualado en la cima con otros nueve jugadores; pero, por su coeficiente de desempate, concluyó en la tercera plaza. Su ELO en vivo estaría ahora en 2697.2 puntos y su próximo compromiso sería el Abierto de Canadá, en Ottawa, entre el 13 y el 20 de julio.
QUESADA CEDIÓ EN EL “ARMAGEDÓN”
El villaclareño Yuniesky Quesada también terminó con 6,5 puntos; aunque, a diferencia de Bruzón, se mantuvo invicto. El tercer jugador del ranking cubano comenzó el evento con dos triunfos en línea, sobre Lawrence Kaufman (2325) y el Maestro Internacional rumano Bogdan Vioreanu (2404).
En su tercera presentación compartió el punto con Mackenzie Molner (2501), en una partida donde tuvo un peón de ventaja en el final; pero la posición estaba igualada. Su siguiente adversario, Arthur Shen (2286), no fue un problema y el cubano conquistó un fácil triunfo. Al igual que sucedió con Bruzón, en las siguientes rondas predominaron los empates y Quesada solo pudo ganar una partida más, frente a Mikhalevski; aunque sus tablas sí fueron muy peleadas.
La última jornada fue tensa, porque el cubano sabía que un triunfo le otorgaría el primer lugar en solitario. Enfrentó, con blancas, al Gran Maestro local Conrad Holt (2531) y ya desde el medio juego era evidente que el duelo concluiría en tablas, pues las piezas desaparecieron del tablero rápidamente.
Diez jugadores terminaron con 6,5 puntos. Los organizadores aplicaron el coeficiente de desempate y esto determinó que Quesada y el estadounidense—nacionalizado—Akobian ocupaban las dos primeras plazas. Las reglas del certamen establecían que, ante esta situación, se decidía quién era el campeón en una partida Armagedón, es decir, en la que el blanco tendría cinco minutos en el reloj, por tres las negras. Si el juego concluía en tablas, entonces triunfaba el conductor de las piezas oscuras, por tener menos tiempo para analizar las jugadas.
Quesada llevó las blancas, así que estaba obligado a ganar. Akobian planteó una Defensa Francesa y, como era de esperarse, propuso varios cambios de piezas. En el final de torres y peones ninguno de los dos contendientes cometió errores y solo cuando sobre el tablero quedaron únicamente las dos torres y los reyes, el cubano firmó las tablas que le dieron el título a su oponente.
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Publicado en Cubahora