Yuliesky Gourriel recorrió desafiante las bases. Era el séptimo juego del playoff semifinal y, con su jonrón, Sancti Spíritus tomaba una ventaja que parecía más que suficiente. Mientras, del otro lado del diamante, Víctor Mesa volvió a perder la razón y se vio envuelto en otra estúpida discusión que le costó la expulsión. Las cámaras de la televisión captaron perfectamente cómo el manager de la selección nacional de béisbol hasta 2017 insultaba al árbitro principal Luis César Valdés. Faltó poco para que ambos llegaran a los puños.
Sin las “sabias palabras” y “acertada conducción” de su manager y debajo en el marcador por 5 carreras, con solo seis outs restantes, los Cocodrilos de Matanzas estaban condenados a fracasar. Los fanáticos espirituanos celebraban en el estadio “José Antonio Huelga”. Después de 11 años, su equipo tenía las puertas abiertas a su segunda final de la Serie Nacional. Fue en ese momento cuando comenzó la tragedia espirituana.
Durante siete innings el novato Norge Luis Ruiz, de solo 19 años, contuvo a los Cocodrilos. Ocho ponches y solo cuatro jits muestran el formidable trabajo de este lanzador. Su salida marcó el inicio de la debacle. En el octavo inning el director Yovani Aragón utilizó a ¡cuatro lanzadores! para sacar el último out de una interminable entrada, en la que los Cocodrilos marcaron 10 anotaciones y viraron, por completo, el partido.
En apenas 20 minutos los fanáticos espirituanos pasaron del asombro, al estupor a la decepción. Con dos outs en la pizarra, tras los dos ponches de Ángel Peña, Matanzas seguía detrás 5 por 2. ¿Era tan complicado sacar el esquivo tercer out? Una situación similar vivieron los relevistas matanceros, en el segundo partido, cuando permitieron cinco carreras, en el final del noveno inning, con dos outs. Claro, ahora la situación era “algo” diferentes: estábamos en el séptimo partido.
Vino el doble de Lázaro Herrera que acercó la pizarra, 5 por 4; luego el jit del peor bateador matancero, Víctor Víctor, el hijo del expulsado mentor. De cualquier forma, el partido solo estaba empatado; sin embargo, la tragedia tuvo un segundo y tercer acto.
Los lanzadores espirituanos lucieron torpes, desconcentrados y permitieron jit tras jit y en la pizarra del estadio no hubo lugar para colocar las 10 carreras. Las gradas, poco a poco, fueron quedando vacías, porque se había consumado la mayor remontada en un partido de playoff. Nunca antes un equipo, en una postemporada, había sido capaz de descontar una diferencia de 5 anotaciones, en los últimos dos innings. Matanzas ha entrado en la historia y, por primera vez con ese nombre, buscará un título nacional. Sancti Spíritus también tiene un lugar seguro en la historia: ha ratificado su condición de peor equipo en playoff.