El talento siempre estuvo allí, solo faltaba motivación y ganas de jugar. Eso le ha sobrado al equipo de República Dominicana en el III Clásico Mundial y el resultado es abrumador: clasificación invicta a la final del torneo, en San Francisco.
Antes de que se lanzara la primera pelota, en el III Clásico, los dominicanos tenían más dudas que certezas; aunque ni siquiera las ausencias de varias de sus estrellas (Pujols, Bautista, Beltré, Cueto) influyó en que los fanáticos y especialistas dejaran a los quisqueyanos fuera de la lista de favoritos. El director Tony Peña había asegurado que su selección borraría la horrible imagen del torneo de 2009 y, después de analizar las cinco victorias obtenidas, creo que todos estaremos de acuerdo con que las palabras del manager se han cumplido.
Los dominicanos mostraron ofensiva oportuna (recordemos la remontada ante Italia y las dos carreras en el noveno, frente a Craig Kimbrel); su defensa ha sido hermética y el pitcheo (que lucía su área menos fuerte) también ha cumplido, especialmente los relevistas.
Confieso que disfruté y no poco la clasificación de República Dominicana a la final. La eliminación cubana y venezolana del Clásico hizo que mi interés se trasladara hasta el Torneo de Candidatos, en Londres y los cuartos de final de la UEFA Champions League, pero el juego alegre de estrellas a las que admiro me mantiene frente al televisor. Solo queda un cupo vacante para San Francisco, ¿Estados Unidos o Puerto Rico? Quizás la gran mayoría señale a los estadounidenses; pero, de seguro, ese juego decisivo no será tan fácil como el primero duelo entre ambos.