Las imágenes televisivas nunca los mostraron; pero, de seguro, desde la comodidad de los salones VIP del Chase Field, en Phoenix, los organizadores del III Clásico Mundial cruzaron los dedos, se encomendaron al dios de su religión y pidieron una sola cosa: que Estados Unidos no quedara eliminado del torneo.
Esas supuestas plegarias demoraron un tanto en llegar y el equipo que dirige Joe Torre estuvo a seis outs de despedirse del evento. Después de siete innings completos, Canadá iba delante en el marcador, 3-2; pero, en el octavo, finalmente Adam Jones logró un batazo oportuno y, luego, la defensa de Brandon Phillips salvó a los estadounidenses.
Si los relevistas de la selección que dirigió Ernie Whitt no hubieran fallado nuevamente, en los momentos de mayor presión, entonces la previsible caída en el interés por el Clásico, en Estados Unidos, habría producido no pocos dolores de cabeza, entre los organizadores.
Entendámoslo, el Clásico Mundial es un negocio millonario y la manera en se reparte el dinero está muy relacionada con el éxito económico del torneo. A diferencia de otras especialidades, aquí se entregan porcientos de las ganancias, así que para todos los participantes—Cuba es el único país que no recibe ni un centavo, por causa del Bloqueo—es muy conveniente que los partidos atraigan a fanáticos a los estadios y que las marcas paguen por publicidad televisiva.
De acuerdo con el sitio Baseball Fever, la segunda edición del Clásico, en 2009, dejó una ganancia neta de 18 millones de dólares (68 de ingresos – 50 gastos). Del total neto, el 53 % fue a manos de los organizadores del WBC y sus patrocinadores: WBC, Inc. 17.5%, MLBPA 17.5%, NPB 7 % (Japón), KBO 5 % (Corea del Sur) y solo un 5% para la IBAF. Este número resulta vergonzoso y muestra realmente cuál es la importancia que tiene esa organización en el béisbol internacional actual.
El otro 47% de las ganancias netas se distribuyó entre las federaciones participantes: Japón, como campeón, obtuvo el 10 %; Corea del Sur (plata) recibió el 7%; el 3-4 lugar (Venezuela y Estados Unidos) recibió el 5%; mientras del 5 al 8 cada país obtuvo el 3 % y del 9 al 16, solo el 1%.
Para la versión de 2013, la distribución de ganancias sería similar. La asistencia de público en Fukuoka y Tokio no fue la esperada. En San Juan hubo mayores concurrencias, al igual que en Phoenix. Según Bud Selig, el Comisionado de las Mayores, los ratings de televisión en Japón han sido excelentes y luego reafirmó que la meta del torneo es la «internacionalización» del béisbol.
Ahora, en la segunda fase, la presencia de Estados Unidos en Miami podría garantizar un aumento en el número de entradas vendidas. Buen negocio para los organizadores; pero, y esta es la parte que me interesa analizar, más allá de las cifras, porque no soy economista, el Clásico ganará en visibilidad.
Confieso que prefiero ver un partido entre Estados Unidos vs. República Dominicana que no un duelo entre canadienses y quisqueyanos. Como también me habría gustado observar en el grupo de Miami a México y no a Italia; pero los italianos jugaron mejor y demostraron que, en los deportes colectivos, los equipos no ganan por los “nombres” que conforman una nómina, sino por la manera en que se desenvuelvan los atletas sobre el terreno de juego.