Estuve pendiente hasta el último out del partido entre Japón y Taipéi de China. Parecía que los dobles monarcas volverían a ceder y esto los hubiera colocado frente a Cuba, en el primer juego de «todo o nada» en el III Clásico Mundial de béisbol. Sería el rival menos «deseado» para los cubanos, porque no creo que los dirigidos por Víctor Mesa puedan dos veces con los «samurais», así que respiré aliviado cuando los nipones lograron un empate espectacular, en el noveno inning y, luego, sellaron el triunfo con una anotación en el décimo. Taipéi ha jugado muy bien el torneo, pero sin Chieng Ming Wang en la lomita luce un equipo menos complicado.
El duelo entre asiáticos fue espectacular y desgastante para ambos equipos: diez entradas y casi cinco horas. Los japoneses tendrán un día de descanso, antes de enfrentar a Holanda; pero los taipeianos volverán al Tokio Dome, en algunas horas, para enfrentar a Cuba. Veremos si el cansancio físico y mental de los oponentes se convierte en una ventaja para la selección nacional. Con tantos problemas en el pitcheo, cualquier «ayuda» será bienvenida…