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Polémicas por el primer juego de béisbol en Cuba


¿Cuál fue el primer juego oficial de béisbol en Cuba? 138 años después de que Habana y Matanzas celebraran un encuentro, en el estadio Palmar de Junco, esa pregunta todavía despierta no pocas polémicas entre historiadores y seguidores de la pelota.

Recientemente el semanario Trabajadores publicó tres artículos, donde aparecen diversas posturas sobre el asunto. Esta decisión del medio de comunicación me pareció muy oportuna, porque nos ayuda a entender dónde radica exactamente el dilema.

Veamos cuáles son las posiciones. Uno de los artículos, publicado por Reynaldo González, quien es coordinador del Equipo de historiadores del deporte en Matanzas, defiende que ese desafío debe ser considerado el primero con carácter organizado y oficial en Cuba.

¿Por qué? se pregunta el autor. Estas son sus razones: “En la reseña publicada el 29 de diciembre de 1874 en el diario matancero Aurora del Yumurí, y reproducida dos días después en el periódico habanero El Artista, se hace constar que tuvo lugar con reglas oficiales vigentes, la actuación de un árbitro y un anotador, además del terreno debidamente medido, los peloteros uniformados y la inserción, por vez primera, de un box score. Tales requerimientos evidencian la oficialidad de un pleito a todas luces organizado, algo que no había acontecido antes.”

En otro artículo, el Dr. Félix Julio Alfonso ofrece más detalles de ese partido: “Sabemos que tuvo lugar en el Palmar de Junco, una hermosa sabana en la margen derecha del rio San Juan; los nombres de los nueve jugadores de ambos equipos, del árbitro y del anotador; las horas de inicio y fin del desafío; que la concurrencia fue numerosa y algunas incidencias tales como las carreras anotadas por cada jugador, que Esteban Bellán dio tres jonrones y Ricardo Mora uno, que se jugaron siete entradas y el juego se suspendió por oscuridad, y que el premio para el ganador sería un bate.

Luego, la crónica sobre el mismo partido publicada en El Artista dos días después, nos dice otras cosas: que hubo irregularidades en el pitcheo del lanzador matancero, que la batería habanista de Mora-Bellán hizo estragos en los bateadores yumurinos por la velocidad del pítcher y la destreza del cátcher, que el terreno no estaba en buenas condiciones y que el club Habana jugó uniformado.”

De acuerdo con Alfonso, todos estos detalles no son suficientes para otorgarle el carácter de oficial a ese juego, “sin que antes definamos qué cosa entendemos por tal en un juego de pelota temprano en la Cuba del siglo XIX, y tampoco obsta para que puedan aparecer crónicas parecidas en algún momento en la prensa habanera o matancera.”

Para Alfonso, “el primer juego que pudiera denominarse oficial, si entendemos por oficialidad suceder en un campeonato organizado y con representación de tres equipos en busca del título de campeón, ocurrió el 29 de diciembre de 1878 en los terrenos de Tulipán, en la capital cubana, entre Habana y Almendares, con victoria para el primero con estrecho marcador de 21 carreras a 20. El segundo desafío, el 1 de enero de 1879, enfrentó a matanceros y habaneros, y concluyó con empate a 17 carreras.”

No obstante, González cita como otro ejemplo para apoyar su tesis lo ocurrido en Estados Unidos. El primer juego considerado oficial en el país donde surgió el béisbol moderno aconteció en el Elysean Field, de Hoboken, Nueva Jersey, el 19 de julio de 1846, entre los clubes Knickerbocker y New York Nine, y en el que triunfó este último 23 carreras por una.

“Sin embargo, el partido inicial del primer campeonato celebrado en los Estados Unidos, como parte de la National Association, en 1876, no recibió el calificativo de inicial. Curioso, ¿verdad?”

Las dos posiciones tienen puntos a favor y en contra. Dudo mucho que se llegue a un consenso. Es cierto que el desafío de 1878 fue el primero de un campeonato oficial; pero esto no le resta méritos históricos al juego en el Palmar de Junco. Ese estadio, a diferencia de tantos otros que dejaron una huella en la pelota cubana (como el de Tulipán, el Almendares Park o la Boulanger Park) continúa en pie; aunque, dolorosamente, sus condiciones no sean las mejores. Por estos días he visto varios reportajes televisivos sobre la restauración a la que será sometido el vetusto estadio. La reparación tardó demasiado y solo espero que se realice de la forma más profesional. Allí—y en esto sí concuerdo totalmente con los matanceros—debe estar el Salón de la Fama del béisbol cubano.

2 comentarios

  • Esteban Romero

    El problema no es dónde poner el Salón sino cuando finalmente se organizará el mismo y que criterios se utilizarán para la selección de los jugadores que lo integrarán, que en mi opinión personal, deben ser estrictamente deportivos. ¿Hay interés en crearlo? obviamente no está claro.

    • Saludos Esteban…Estoy de acuerdo con ud. en que el problema no radica en colocar el futuro Salón de la Fama en el Palmar de Junco o el Latinoamericano. Hace algún tiempo escribí sobre esto aquí, porque se estuvo «analizando» la posibilidad de hacer…2 Salones, lo cual no tenía (ni tiene) ningún sentido. ¿Qué ha detenido la construcción del Salón? Alegan que cuestiones económicas…creo que la gran duda está en quiénes integrarán ese Salón. ¿Aparecerán todos los jugadores que fueron realmente estrellas, sin importar dónde residan ahora? «Ahí (parece) estar el detalle»

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