El lateral del Chelsea y de la selección nacional inglesa Ashley Cole lo pensará dos veces antes de utilizar los 140 caracteres de su cuenta de Twitter. Después de conocer la fortísima sanción contra su compañero John Terry, por los insultos racistas que realizó sobre Anton Ferdinand, Cole llamó a los directivos de la Federación (FA) de su país como «panda de gilipollas» (texto original: «»Hahahahaa, well done #fa I lied did I, #BUNCHOFTWATS».)
Si la FA demoró algún tiempo en castigar a Terry con 277 mil euros, Cole conoció rápidamente que tendrá que desembolsar nada menos que 111 mil euros. Quizás sea la sanción más costosa, a partir de un tuit.
Cole retiró su mensaje en pocos minutos, pero ya el «daño» estaba hecho, porque fue retuiteado por más de 20 mil usuarios. Luego, el jugador se disculpó personalmente con David Bernstein, el presidente de la FA; pero, de todas formas, la sanción siguió en pie. El futbolista ha disputado 99 partidos con la selección inglesa y creo que llegará al centenar de desafíos en medio de una polémica que pudo evitar.
Cada vez más deportistas utilizan Twitter como espacio de socialización de ideas. Esta red de microblogging se ha convertido en el vocero de no pocos; pero, al igual que sucede al ofrecer declaraciones en un medio de comunicación tradicional, los atletas deberían tener mucho más cuidado con el lenguaje y las temáticas abordadas en estas redes. De acuerdo, son sus cuentas personales, pero ellos son figuras públicas.
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