“No estaba destinada a durar”. Así pensábamos muchos sobre la huelga que alejó a los árbitros principales de la NFL durante tres semanas de la temporada 2012-2013. Ambas partes (los dueños y la asociación de árbitros) no parecían dispuestas a ceder en sus reclamos, así que solo fue necesario que los jueces suplentes se equivocaran en no pocas ocasiones y que estas pifias fueran repetidas hasta el cansancio por la prensa especializada para que se “descongelara” el diálogo.
El regreso de los árbitros titulares fue recibido con alivio por entrenadores, jugadores y fanáticos. La idea de pasar desapercibidos no funcionó. Al menos por esta vez hubo aplausos y aunque persista la certeza de que continuarán los errores, porque forman parte inseparable del juego, al menos los cometerán personas que cobran y no poco por conocer, con todos los detalles, las 288 páginas del libro de reglas de la NFL.
¿Qué obtuvieron los jueces? Un aumento salarial desde los 149,000 dólares que obtuvieron en 2011, hasta los 173,000 en 2013 y la posibilidad de que crezca a ¡205,000! en 2019. Los jueces trabajan aproximadamente entre 20 y 23 juegos cada temporada de cinco meses (4 en pretemporada, luego 16 del campeonato regular y algunos de playoff). Esto representa cerca de 100 horas laborables. Por tanto, su salario era, es y será altísimo.
La NFL es la liga profesional más seguida en Estados Unidos, con ganancias anuales que superan los 7 mil millones de dólares. Por ejemplo, Dallas Cowboys está considerado el equipo deportivo que más vale…en el planeta (más de 2 mil millones). Así que, sin muchas dudas, los dueños sí tenían de dónde sacar ese aumento salarial exigido por los jueces en el convenio laboral. Solo que ninguno quería perder.
No me parece que ninguna de las dos partes haya salido con la mejor imagen posible ante los fanáticos. El show de la NFL must go on… y sin dudas lo hará; pero los errores de los suplentes—algunos menos costosos que otros—quedarán como un mal recuerdo de un juego controlado por codiciosos.