“¿Cómo logró esta medalla, con un equipo tan joven?”, le preguntó a Orlando Samuells un periodista de habla inglesa que cubrió la final de la Liga Mundial de voleibol 2012. Esa misma interrogante de seguro la tuvieron muchos, después del impresionante tercer lugar obtenido por la selección masculina cubana.
La última vez que un plantel nacional subió a un podio en la Liga ocurrió en 2005. Demasiadas cosas sucedieron en los siguientes siete años. A partir de la salida de los jugadores de más experiencia, hubo múltiples variaciones en la alineación regular. Quizás el único resultado importante en este período haya sido la presea de plata alcanzada en el Mundial de Italia, en 2010.
Antes de que se realizara el primer saque en la Liga Mundial 2012, muy pocos esperaban que Cuba sobrepasara la fase de grupos. Parecía difícil terminar por delante de selecciones como Rusia—campeón de la anterior Liga—y Serbia. Además, el equipo nacional sería el único de los 16 participantes que no podría jugar frente a su público, porque el Coliseo de la Ciudad Deportiva no cumplía con los estándares exigidos por la Federación internacional.
Sobre el terreno, los resultados no fueron los mejores en el inicio, pues los cubanos cedieron en su segunda presentación, frente a Serbia. A partir de ese momento, los discípulos de Samuells lograron una amplísima cadena de nueve victorias consecutivas, con la que aseguraron su clasificación a la semifinal, antes del último desafío. El balance de tres ganados y uno perdido contra Rusia y Serbia fue sorprendente.
Todo habría sido perfecto para el voleibol cubano si a esa clasificación se hubiese añadido el boleto olímpico. En el torneo que otorgó las últimas plazas para la cita estival, nuevamente la selección nacional enfrentó a Alemania en el partido decisivo. En 2008, perdieron en cinco sets, y ahora, cuatro años más tarde, se repitió la historia, en otro trepidante tie-break que favoreció a los germanos. Aquí concluyó la última esperanza de tener en Londres a un deporte colectivo.
Sofía, la capital búlgara, acogió a los seis mejores equipos del certamen. Polonia, Estados Unidos, Alemania y Cuba avanzaron como campeones de grupo; mientras Brasil fue el que tuvo mejor balance entre los segundos lugares en las cuatro agrupaciones y Bulgaria tenía garantizado un puesto, por su condición de anfitriona.
Como ya es habitual—aunque esto no evita las críticas—los búlgaros estructuraron los dos grupos de la manera que parecía más conveniente para ellos. Cuba abrió ante Brasil y los sudamericanos, a diferencia de la ronda clasificatoria, sí presentaron a todas sus estrellas; pero ese día les falló todo y los cubanos apenas cometieron errores. El triunfo por un aplastante tres sets por cero tal vez haya sido la victoria cubana más contundente en un largo período, frente a un rival de la elite.
Luego, ya con una plaza segura para la semifinal, Cuba poco pudo hacer ante Polonia. Por otro lado, Estados Unidos comenzó con una derrota en cinco parciales contra Alemania de la que se recuperó, y gracias al éxito por tres a cero sobre Bulgaria finalizó en primer lugar. Esta no fue una buena noticia para los cubanos.
Recordemos que en el torneo preolímpico, desarrollado en Long Beach, los norteamericanos derrotaron a Cuba. Ahora, en la Liga, el resultado fue igual; aunque los antillanos tuvieron posibilidades en los tres sets, pero fallaron en los momentos decisivos. Así, desapareció la posibilidad de jugar la final. Desde 1999, en Buenos Aires, un equipo nacional no ha vuelto a incluirse en la discusión del título de la Liga.
Todavía quedaba luchar por la presea de bronce. En 2009 y 2010 los cubanos también llegaron a ese desafío y no pudieron contra Rusia y Serbia. Parecía que la separación de las medallas se mantendría un año más, porque los búlgaros tomaron la delantera dos sets a uno y a esto se añadió la lesión en el tobillo de la principal figura antillana, el capitán Wilfredo León. A pesar del evidente dolor, León retornó al terreno y con él volvió la combatividad. Finalmente, los cubanos ganaron el cuarto parcial y en el quinto acallaron por completo a los fanáticos que apoyaban a los locales.
La sorpresa se había concretado. El equipo más joven e inexperto de la Liga Mundial, con un capitán de apenas 18 años, retornaba al podio de premiaciones. La actuación provocó comentarios muy favorables entre varios especialistas del voleibol. “Es una selección para el futuro”, escribieron no pocos en sitios web especializados.
Precisamente sobre el futuro de la selección también preguntó el periodista que entrevistó a Samuells al final del desafío contra Bulgaria: ¿podrá mantenerse unido el grupo de jugadores? El experimentado técnico no aseguró nada. Detrás de la interrogante estaba la preocupación por la continuidad de un equipo que ha tenido que rearmarse en demasiadas ocasiones. Esa duda de Samuells probablemente la compartan muchos seguidores del voleibol cubano.