Nunca imaginé que David Beckham quedaría fuera de la selección de Gran Bretaña que participará en los Juegos Olímpicos de Londres. El futbolista de 37 años ya ha visto pasar sus mejores momentos y hace tiempo que no juega en una liga realmente competitiva; pero pensé que la “marca” Beckham ayudaría a la imagen de un equipo de fútbol envuelto en polémicas poco agradables.
«Todo el mundo sabe lo que significa para mí jugar con mi país, por lo que hubiera sido un honor formar parte de este insólito equipo británico. Obviamente estoy muy disgustado, pero no habrá un mejor aficionado que yo durante la competición», dijo Beckham en un breve comunicado.
El director técnico Stuart Pearce eligió a tres futbolistas con más de 23 años—una de las exigencias de la FIFA, para que la Olimpiada no pueda competir con la Copa Mundial—y en esa lista no apareció el nombre del atleta inglés más publicitado en el mundo.
Los organizadores de la cita estival utilizaron a Beckham como una de las caras más visibles en la promoción de los Juegos, pues estuvo en la presentación de la candidatura ante el COI y, además, formó parte de la delegación que trajo al Reino Unido la llamada olímpica, desde Grecia.
Reunir a un equipo “británico” no ha sido nada fácil para Pearce. Recordemos que Gran Bretaña es un reino que tiene poco de unido, así que desde los años sesenta no se presentaba una selección de Gran Bretaña en un torneo, sino que, al menos en el fútbol, Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte competían por separado.
Para los Juegos de 2012, tres de las Federaciones estuvieron en desacuerdo con la conformación del plantel, así que los ingleses tuvieron que contactar individualmente a los jugadores, para conocer si estaban de acuerdo en competir bajo el nombre “Reino Unido de la Gran Bretaña”.