Pocos esperaban que el equipo italiano de fútbol avanzara a la semifinal de la Eurocopa que organizan Ucrania y Polonia. Las dudas no estaban centradas en la calidad de la selección, cuatro veces monarca mundial, sino en la concentración de un once que estuvo cerca de no presentarse en el certamen, por causa de otro enorme escándalo de corrupción en el Calcio.
Durante años la Liga italiana fue considerada una de las más difíciles en el mundo. La férrea defensa que imperaba allí y los buenos resultados obtenidos por clubes como el Milán AC, la Juventud de Turín, Roma o Inter de Milán convirtieron al Calcio en un referente para los seguidores del más universal de los deportes.
Quizás esa imagen de un torneo serio y competitivo, sin grandes diferencias entre los equipos, haya comenzado a cambiar después de que se demostrara, en 2006, la compra de árbitros, por parte del director general de la Juventus, Luciano Moggi. Esto provocó el descenso a la segunda división del club de Turín; mientras otros, como el Milán AC, fueron castigados con varios puntos en la siguiente temporada del Calcio.
Recuperar la credibilidad no fue fácil. Italia conquistó su cuarto título mundial en Alemania; pero luego ni siquiera avanzó a la segunda fase en la cita de Sudáfrica 2010. Además, en la Euro 2008 quedó en los cuartos de final y a nivel de clubes, el único resultado importante, en el pasado lustro, fue el triunfo del Inter de Milán, dirigido por José Mourinho, en la Liga de campeones 2009-2010.
Para la Euro 2012, de seguro los fanáticos italianos esperaban ver la mejor versión de su selección nacional, con Cesare Prandelli como técnico. Los azzurris jugaron bien la etapa clasificatoria del certamen y eran favoritos, junto a los españoles, para llegar no solo a los cuartos de final. Esa confianza tal vez haya descendido cuando pocos días antes del inicio de la Euro estalló otro escándalo de apuestas ilegales en el Calcio.
La fiscalía de Cremona—al norte de Italia—inició una investigación, en junio de 2011, sobre el amaño de 18 partidos en la segunda y tercera división del Calcio. El proceso trajo como consecuencia la detención de 16 personas y los clubes involucrados, Atalanta y Siena, perdieron puntos en el torneo. La pesquisa continuó y el número de arrestos creció hasta 40; aunque hasta ese momento la Serie A del Calcio—la de mayor nivel—había salido ilesa. No por mucho más tiempo.
A partir de las declaraciones de los detenidos, los fiscales llegaron a una terrible conclusión: las apuestas ilegales habían goleado nuevamente a la Serie A. Entonces vino el arresto de Stefano Mauri, capitán de la Lazio y de Omar Milanetto, de Pádova. En la lista de investigados quedaron incluidos el exjugador Christian Vieri, Antonio Conte, actual entrenador de la Juventus, el futbolista Domenico Criscito y hasta el portero Gianluiggi Buffon.
De acuerdo con los fiscales, estas personas podrían estar involucradas en una red internacional que intentó arreglar los resultados de los encuentros de la primera división, para así recibir enormes beneficios económicos mediante las apuestas. Por ejemplo, en un desafío del Calcio, efectuado el 24 de mayo de 2011, entre Lecce y Lazio, los mafiosos pagaron 600 mil euros a jugadores y directivos, con el objetivo de garantizar la victoria de Lazio por 4 goles a 2. Gracias a las apuestas realizadas se obtuvieron ganancias superiores a los dos millones de euros.
La repercusión del escándalo, como era de esperarse, fue inmediata. Uno de los investigados, Domenico Criscito, fue excluido de la selección italiana que se preparaba para la Euro. El técnico Prandelli sugirió que, si era necesario para el bien del fútbol, “no sería un problema que el seleccionado se abstuviera de participar en la Eurocopa”.
Hubo múltiples condenas al hecho. El director de Irlanda, Giovanni Trapattoni, declaró: “como italiano, la primera sensación es que en el extranjero se ríen de nosotros. Nos consideran mafiosos y gente que se dedica al trapicheo. Eso duele”. El Comité olímpico italiano también mostró su indignación; aunque las palabras más fuertes las pronunció el primer ministro Mario Monti. El político sugirió una pausa forzosa en el Calcio: “a veces me pregunto si no sería una buena idea la suspensión por dos o tres años de este juego, visto el caos, para favorecer una maduración absoluta”, afirmó.
A pesar de todos estos problemas, los azzurris han jugado muy bien la Euro y con su triunfo sobre Inglaterra, en la tanda de penales, garantizaron un puesto en la semifinal. Un dato curioso: los otros dos grandes casos de corrupción en el Calcio ocurrieron antes de los Mundiales de 1982 y 2006. En ambas ocasiones los italianos levantaron la Copa FIFA y tal vez esos triunfos ayudaron a olvidar, al menos durante un tiempo, los golpes de las apuestas ilegales; pero no parece probable que en 2012 suceda lo mismo. La existencia de un Calcio corrupto es una pésima noticia para el fútbol mundial. ¿Cómo creer ahora en la legitimidad de un resultado en Italia?